La campaña de siembra llega a su recta final en las zonas más tardías de León, Burgos y Segovia, tras comenzar el pasado 20 de febrero con las variedades de ciclo corto.
Estas variedades especialmente dirigidas al sector embolsador, con unas siembras concentradas en Valladolid y parte de Zamora, han sido, de hecho, una opción a la que se han apuntado muchos productores atraídos por su menor demanda de agua y tratamientos, según señala Yolanda Medina, presidenta de la Interprofesional de la Patata.
Es difícil aventurarse a hacer previsiones generales en estos momentos, porque “aún debemos saber cómo serán los rendimientos por hectárea, cómo se desarrollarán las campañas de Andalucía, Murcia y Castilla-La Mancha y si las exportaciones se retrasarán un tiempo”, recuerda Medina.
Las elevadas temperaturas de este año han llevado a la planta a luchar por sobrevivir y a dejar en segundo plano la acumulación de reservas en los tubérculos, por lo que, a todas luces, parece evidente que los rendimientos pueden ser menores.
Otro factor que hay que tener en cuenta, según Medina, es que la planta se ha empezado a regar a primeros de abril, con el consiguiente consumo de energía, pero también de agua; un recurso que podría escasear en momentos posteriores del cultivo y que podría acortar el ciclo.