Esta decisión ha provocado conmoción en los mercados mundiales, afectando especialmente al comercio de patata. Las exportaciones de patata del país, ya importantes en el escenario mundial, se han vuelto aún más atractivas para los países de la Unión Europea (U.E.) que enfrentan escasez y precios disparados.
Egipto, que se encuentra entre los cinco principales exportadores mundiales de patata, tradicionalmente suministra a una amplia gama de naciones, incluidas Rusia, la U.E., los Emiratos Árabes Unidos, Líbano, Irak, Kuwait y Siria. A pesar de los desafíos geopolíticos, como la actual crisis del Mar Rojo alimentada por las actividades hutíes, las patatas egipcias siguen siendo solicitadas, e incluso mercados distantes como Indonesia muestran interés.
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El momento de la devaluación de la moneda egipcia no podría ser más oportuno para la UE, donde los precios de la patata se han disparado. Mientras Europa se enfrenta a una escasez de suministro, exacerbada por diversos factores, entre ellos condiciones climáticas adversas y desafíos logísticos, las patatas egipcias ofrecen un salvavidas. La repentina devaluación ha permitido cierto alivio en el tenso mercado de la patata, evitando nuevas subidas de precios en el corto plazo.
Esta convergencia de eventos resalta la interconexión de los mercados globales y la resiliencia del comercio de patata frente a la adversidad. Si bien persisten las tensiones geopolíticas, surgen oportunidades para que exportadores como Egipto llenen los vacíos en las cadenas de suministro y estabilicen los precios en mercados clave. Mientras los países de la UE buscan diversificar sus fuentes de patata, Egipto está preparado para desempeñar un papel fundamental, aprovechando su ventaja competitiva y su posición estratégica en el comercio internacional de patatas.






















