La velocidad a la que los precios han subido se ha contenido a lo largo del año. Se ha pasado de una inflación del 10% en enero a un 4% en diciembre, y los sueldos también han ido ajustándose a esa subida. Pero el impacto en el consumo ha sido significativo, con pérdidas de volumen tanto en frutas como en hortalizas, aunque no han sido tan elevadas como las del año pasado.
Las frutas consiguen mantener sus ventas (apenas crecen un 0.1%, según NielsenIQ), y pierden en volumen (un 3,7%). Los datos para las hortalizas son similares en volumen (pierden un 3,8%), pero crecen en ventas un 5,2%, conseguido por el aumento de precio de algunos productos que han tenido problemas de abastecimiento y malas cosechas.
Crisis en la producción y variabilidad del clima
Además de la inflación y de los precios, a lo largo del año se han producido varias circunstancias que están afectando al consumo.
Primero la crisis por la que atraviesa la producción. Ya hemos comentado los problemas de rentabilidad de sectores como el de la fruta de hueso o el de la fresa y frutos rojos, que están viendo como no recuperan costes y los agricultores se plantean reducir la producción y la superficie destinada a la misma. En el caso de la fruta de hueso es dramático porque supone arrancar árboles y no reponerlos.
La variabilidad extrema que se observa en el clima está afectando a la producción, como no podría ser de otra forma. Este año no ha sido particularmente caluroso, y las lluvias, cuando se han producido, han impedido realizar algunas de las operaciones básicas como la siembra o la recolección. Esto ha tenido un impacto negativo en casi toda la producción local, particularmente las patatas (el ministerio de alimentación local, el DEFRA, estima que se ha recolectado un 6,3% menos de volumen que el año pasado). Con el permiso de la crisis de enero y febrero, que redujo la disponibilidad de hortalizas en los lineales británicos, el clima ha pasado a ser la primera preocupación, dejando atrás otros factores que han tenido más importancia otros años, como la falta de mano de obra.
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Respecto a las ventas, el producto que más ha visto como se reducen en valor son las ensaladas preparadas, que pierden £21,3 millones de ventas (un 5,5%) y manzanas y frambuesas (que pierden £16,4 millones y £9,3 millones respectivamente). Los triunfadores han sido los pepinos (con £61 millones más de ventas, casi un 30%) probablemente por los elevados aumentos del precio de otros productos como patatas y plátanos (£52,3 millones y £38 millones).
Las frutas y hortalizas siguen protagonizando muchos de los esfuerzos promocionales de las cadenas, al ser productos que se compran con mucha frecuencia. Todas las cadenas tienen sus ofertas semanales en una de las cabeceras de la sección y, en Navidades, los productos típicos del menú navideño se vendieron a precios bajísimos (Tesco ofreció este año por 15 peniques 800g de zanahorias y 2kg de patatas) para atraer a los clientes.
Y, finalmente, constatar cómo los hogares británicos se alejan de la cesta ideal, calculada por el gobierno británico. En sus recomendaciones dietéticas establecen que el 20% de lo que se compra deben ser verduras. Desde Kantar se cuantifica este aspecto y el resultado es que, desde 2017, cuando esta proporción era del 7,3%, la cifra no ha hecho más que bajar, hasta llegar al nivel actual, un 6,8%.