Carmen Cabra: Caos ordenado

Carmen Cabra nació en Valencia. Acaba de cumplir los 60 y su otra ‘hija’, Fruit Today, 100 números. Por eso, desde el equipo la hemos compelido a pasarse, solo por esta vez, al otro lado del Perfil del Mes.

Poliédrica, maniática del orden en su día a día, caótica cuando viaja, practicante de la psicología del color, vibrante, coqueta, solidaria, impaciente y sí, puro nervio. Su cerebro va a mil por hora y si eres de carácter tranquilo, ese nervio infatigable te puede chocar. Pero solo al principio. Porque cuando descubres sus múltiples facetas primero te haces ‘fan’, y luego entiendes que, al contrario del dicho, la primera impresión no es la que cuenta.

Detrás de su apariencia colorida, desenfadada y divertida hay una persona que es la antítesis de la frivolidad. Un drama familiar la llevó a cambiar para siempre su lista de prioridades. Y, aunque puedas encontrártela en medio de un melonar ataviada con una pamela gigante y la sonrisa puesta, no sabrás que quizá ese día lleva varias pastillas para el dolor que arrastra tras una compleja operación de vértebras.

Para la entrevista, nos citamos en la oficina para ir a su casa. En los 200 metros que separan sus dos ‘hogares’ la paran y saludan en múltiples ocasiones. Es como ir por los pasillos de Fruit Attraction con ella.

Tu casa está súperordenada, como la oficina. ¿Lo definirías como una virtud o una manía?

Es una manía, como un ‘TOC’ del orden. Y también tengo manía con la limpieza.

Sí, sí, ya me han dicho que limpias hasta las plantas… 

Me relaja cuidarlas. Las reciclo, unifico, trasplanto, les limpio las hojas, les hablo… Tengo buena mano con ellas, pero también influye que en mi casa hay mucha luz. No se me mueren, a excepción de un bonsay.

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Además de este, seguro que tienes más hobbies.

Siempre me ha gustado mucho viajar. A los 18 años, mochila al hombro, con el dinero justo y sola (de esto hace la friolera de 42 años) me recorrí 8 países europeos con Interrail.  Ahora no resulta llamativo, pero te aseguro que cuando lo hice, no conocí a ninguna mujer española. Fue una experiencia inolvidable, también con un lado oscuro porque estuve a punto de ser agredida sexualmente por un iraní en Ámsterdam, acabé en una rueda de reconocimiento en la policía.

No he dejado de viajar desde entonces. A lo mejor por eso me casé con un geógrafo. Jajaja. Mi marido era, ahora está jubilado, profesor de Geografía en la Universidad de Valencia; así que tengo un guía en casa para preparar los viajes.

El hobby de la lectura es un punto y aparte porque desde siempre he sido una lectora compulsiva. Mis dos últimos libros son ‘Trenzas’ de Laetitia Colombani y ‘La Temeraria’ de Isabel San Sebastián. Acabo de comprarme ‘Nexus’, de Noah Harari, para hacerme un repaso de la sociedad a través de las redes de información.

Otra de mis debilidades es la prensa en papel. Aunque estoy suscrita a varios diarios generalistas digitales, con los que me manejo en el día a día, los domingos compro tres o cuatro periódicos y revistas de interiorismo y disfruto de ellos en el sofá de casa.

Si no hubieras sido periodista, ¿qué te hubiera gustado ser?

Era periodista o periodista. Solamente quería ser eso. Escuchaba la radio noche y día. Entonces me parecían sabios todos los que hablaban en la radio. Quería ser periodista para aprender continuamente.

Eres una ‘curranta’. No se te caen los anillos con ningún trabajo.

Por supuesto que no. Empecé a trabajar muy joven, a los 16. Había muchas oportunidades de todo. Trabajé de modelo de pasarela y foto. Pero de segunda categoría, ¿eh? Ganaba mucho dinero, la verdad. Antes de acabar la carrera trabajé como vendedora de libros, azafata, dependienta, de cualquier cosa que me permitiera ganar dinero.

A finales de los 80, viví en Inglaterra, y como entonces los españoles no teníamos permiso legal de trabajo, fui camarera, lavaplatos, vendedora de zapatos y au-pair en un exclusivo barrio judío.

¿Y tu trayectoria en el mundo periodístico?

Tuve la suerte de empezar en segundo de carrera en uno de los periódicos provinciales de Tenerife, en el ‘Diario de Avisos’. Allí trabajé todos los veranos y al acabar la carrera me contrataron. Pasé por sucesos, política local y deportes. Después trabajé en TVE en Canarias como redactora.

Mi último trabajo en un medio generalista, antes de dedicarme al agro, fue en el periódico ABC dedicándome a la crónica parlamentaria.

Algo que te caracteriza mucho es el color, tanto en ropa como en complementos. ¿Puedo ver tu colección?

Claro, ¡mira! -dice abriendo un armario del tamaño de un armero, repleto de collares-. Me encanta la bisutería porque es pura creatividad de formas y colores. Además de este armario, tengo dos cajones impecablemente ordenados de pendientes y anillos.

Creo que un día rivalizaste en colorido con la mismísima Ágatha Ruiz de la Prada.

¡Sí, sí! Coincidimos en un evento. Recuerdo que yo iba de naranja y llevaba un tocado fucsia. Y ella un vestido de su firma de muchos colores. Hay un libro que tiene mi hermano José sobre la psicología del color, que explica cómo nos definen a las personas los colores.

Con José viviste algo que te ha marcado mucho…

Sí. Es el más pequeño de los cinco hermanos y con el que más relación tengo. Su accidente de coche fue una de las peores etapas de mi vida. En aquel momento yo tenía 31 y José 21. Yo estaba en Alemania, y mi hermano tuvo el accidente en Namibia. Me fui allá y él estuvo un mes y medio en la cama de un hospital hasta que pudimos volver a España. Las experiencias de este tipo te hacen relativizar todo.

¿Y el mejor momento?

El nacimiento de mi hija. Siempre le he explicado que la quería antes de nacer porque tuve tres abortos y al final tuve que recurrir a la reproducción asistida. Fíjate que es mayor, pero me envía WhatsApps todo el rato diciéndome te quiero, te amo, corazones… Tenemos una relación muy cercana.

A lo largo de este tiempo habrás escuchado mil historias haciendo entrevistas como el Perfil del Mes. ¿Vales más por lo que callas que por lo que cuentas?

Cuando llevas tanto tiempo trabajando en el sector y eres cercana te cuentan muchas cosas. Hemos llegado a llorar a moco tendido en alguna entrevista, porque las personas tienen vidas apasionantes que no divulgan. En lo personal y en lo profesional, siempre respeto los off de records.

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