Desafíos de la agricultura europea: sostenibilidad y adaptación climática

La agricultura en la Unión Europea se encuentra en un momento de transformación, enfrentando retos como el cambio climático, las crisis económicas y las crecientes demandas de sostenibilidad por parte de los consumidores
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El reciente informe ‘Perspectivas Agrarias de la UE (2024-2035)’, realizado por la Oficina de Publicaciones de la Unión Europea, destaca la necesidad de adaptar los sistemas de producción y adoptar prácticas más sostenibles para garantizar la estabilidad de la agricultura europea, especialmente en el caso de las frutas y hortalizas.

El crecimiento de la producción agrícola será más lento

Se espera que la producción agrícola total de la UE crezca más lentamente que en el pasado. Esto está relacionado con un crecimiento general más lento de la productividad en los países de la UE, impulsado por un aumento en la frecuencia y severidad de eventos climáticos extremos debido al cambio climático, dificultades para acceder a financiación para inversiones, posible escasez de mano de obra, así como requisitos regulatorios ambientales y climáticos.

Hasta cierto punto, los desafíos actuales en los sistemas de producción agrícola se contrarrestan con la introducción de prácticas agrícolas más sostenibles y otras soluciones innovadoras. Se espera que estos desarrollos aporten mayor resiliencia a los sistemas alimentarios de la UE y creen nuevas oportunidades para los agricultores europeos.

Frutas y hortalizas

A pesar de los cambios en el consumo, la producción total de manzanas en la UE se mantendrá estable en 11,4 millones de toneladas (7,4 millones de toneladas en fresco y 4 millones de toneladas en procesado), gracias a mejoras en los rendimientos y la introducción de variedades más eficientes. Sin embargo, otros cultivos se enfrentan a desafíos: la producción de tomates frescos disminuirá debido a la reducción de la producción invernal y al cambio hacia variedades de menor tamaño, pero mayor valor agregado. En el caso de los melocotones y nectarinas, se espera una caída en la producción por la continua disminución de la superficie cultivada.

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Por otro lado, los tomates destinados al procesado muestran una perspectiva positiva, con un aumento proyectado de hasta 11,6 millones de toneladas en 2035, impulsado por la demanda de productos como purés, salsas y opciones orgánicas.

Cambio de los patrones de consumo

Los patrones de consumo en la UE están cambiando en respuesta a crisis económicas y de salud (por ejemplo, COVID-19 y la guerra en Ucrania). Los consumidores buscan formas de gastar menos en alimentos, prefiriendo productos más baratos o con descuento, pero sin comprometer la calidad y la seguridad alimentaria.

En las últimas décadas, los consumidores europeos han comenzado a priorizar dietas más saludables y sostenibles, lo que está impulsando un cambio gradual hacia el consumo de alimentos de origen vegetal. Aunque esta transición es más lenta en algunos países de la UE, las frutas y hortalizas juegan un papel central en estas nuevas preferencias. Por ejemplo, se espera que el consumo per cápita de manzanas frescas aumente un 0,4% anual, mientras que el de naranjas crezca un 0,3% anual hasta 2035.

En contraste, el consumo de frutas procesadas, como los zumos, sigue disminuyendo debido a una mayor conciencia sobre la reducción del azúcar en las dietas.

Este cambio de hábitos representa tanto un desafío como una oportunidad para los productores, quienes deberán adaptarse a las demandas de productos frescos, innovadores y de alta calidad.

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Sostenibilidad: una prioridad clave

El cambio climático es uno de los mayores retos para la agricultura europea. Se espera que eventos climáticos extremos, como sequías o lluvias intensas, afecten los rendimientos de los cultivos. En este contexto, las prácticas sostenibles juegan un papel fundamental para garantizar la resiliencia del sector.

La adopción de cultivos de cobertura, franjas buffer y técnicas de manejo del suelo ha permitido reducir la erosión en un 7% y aumentar la captura de carbono en los suelos. Además, estas medidas contribuyen a proteger los recursos naturales y a mejorar la salud del suelo.

El uso de fertilizantes también ha disminuido un 6,7% en la última década, lo que refleja un cambio hacia la eficiencia en el manejo de nutrientes. Sin embargo, el informe destaca que aún hay margen para ampliar estas prácticas en toda la región.

Un futuro dependiente de la innovación

El futuro de la agricultura europea dependerá en gran medida de la innovación. Las tecnologías avanzadas, como la agricultura de precisión, la digitalización y la mejora genética, serán clave para abordar los desafíos del cambio climático y la demanda creciente de alimentos saludables. Además, el informe subraya la importancia de fomentar prácticas sostenibles y apoyar a los agricultores en la transición hacia sistemas de producción más resilientes.

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A medida que los consumidores busquen alimentos frescos y de alta calidad, el sector hortofrutícola tiene la oportunidad de liderar esta transformación, consolidando su papel como pilar fundamental de la agricultura europea.

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