La firma italiana Dorí International ha dado un paso clave en su estrategia de expansión en España con la puesta en marcha de una finca demostrativa de kiwi amarillo en colaboración con la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja). La parcela, ubicada a unos 30 kilómetros al sur de Valencia, sirve como centro de referencia técnica para los productores interesados en la variedad Dorí.
El presidente de Dorí International, Giampaolo Dal Pane, explica a Fruit Today que el objetivo de esta iniciativa es que los agricultores puedan ver in situ el comportamiento de la variedad “en un campo gestionado por una asociación agraria, no por un privado”. La plantación ocupa una hectárea y está cubierta, mostrando dos sistemas de conducción: el modelo tradicional español de parrón y el sistema de alta densidad Geneva Double Curtain (GDC), que permite incrementar la producción en los primeros años al disponer del doble de plantas por hectárea.
La finca incluye una prueba de Dorì injertado en Bounty, y otro con Dorí injertado en Hayward, en Tomuri, y un portainjerto de semilla, lo que permite observar el desarrollo del kiwi Dorí en distintas condiciones. “Ponemos a disposición de los productores una herramienta real con la que pueden comparar y elegir el modelo más adaptado a sus necesidades productivas”, subraya Dal Pane.
116 hectáreas de kiwi Dorí
El proyecto se alinea con la creciente implantación del kiwi amarillo en la Comunidad Valenciana, donde ya se cultivan alrededor de 250 hectáreas de kiwi, de las cuales 116 corresponden a la variedad Dorì. La tendencia, según el presidente de la compañía, va al alza, especialmente tras el retroceso del kiwi verde provocado por enfermedades como la Moria y el PSA.
Claves de éxito
Dal Pane recomienda equipar las fincas de kiwi con cobertura antilluvia, sistema de riego por goteo y acolchado del suelo para evitar el uso de herbicidas. “La cobertura es una inversión que se amortiza rápidamente. Protege del viento, la lluvia, el granizo y reduce las enfermedades. Además, permite recolectar cada año y supone un gran ahorro en mano de obra e insumos”.
La elección de una malla negra, en lugar de blanca, es la mejor opción para las particularidades climáticas de la región. “En Valencia, lo que hace falta es sombra. La radiación solar es el principal problema. Si minimizamos los rayos directos sobre la hoja, ahorramos agua y mejoramos la salud del cultivo”, añade.