Ginés García Benzal: El hombre que vino del este

Ginés García Benzal (Torre Pacheco, Murcia,1961) habla polaco, checo, serbocroata, algo de ruso y por supuesto inglés. Hace dos años que volvió del este, del este europeo y ahora si se puede decir que vive en Murcia porque ya hace noche en la ciudad durante más de dos días seguidos.

Le pusieron el mismo nombre que a su abuelo, un republicano que, tras ver la muerte de su amigo en la guerra, desertó del frente de Guadalajara a Torre Pacheco en una mula. Posee una larga colección de agendas, en las que tiene señalado donde estuvo cada día desde hace dos décadas. Murcia no aparece, pero Varsovia, Kiev, Praga, Katowice, Moscú etc. son los destinos más comunes. Nos hace de Cicerone en su ciudad y nos enseña rincones en los que aviva recuerdos, especialmente de sus años como estudiante universitario. Fue el primero de su familia que alcanzó la universidad y se licenció en Geografía e Historia.

A usted lo de ser geógrafo y conocer el mundo le dio muy fuerte. ¿En cuántos países ha estado?

Fíjese que, aunque tengo detallado dónde estuve cada día durante más de 20 años por mi trabajo, no se me ha ocurrido hacer lo mismo con los viajes de placer, que también han sido muchos. Creo que he estado en más de 100 países, de eso seguro.

¿Cuál ha sido el último por placer y el próximo?

Mi último viaje de placer fue a Albania con un grupo de amigos, y después de Fruit Logistica me iré a Buenos Aires, ciudad que me encanta y en la que he estado más de dieciocho veces.

¿Y los últimos viajes por trabajo?

Estuve en Los Ángeles con mi amigo Antonio Torero y más recientemente en Perú.

¿Qué recuerdos tiene de su infancia?

Todavía puedo verme, a los cinco años, yendo al colegio en bicicleta y recoger por los caminos de tierra a otros niños. Todo ello después de haber desayunado la yema de dos huevos con vino dulce.

Mis recuerdos están ligados al campo. Mi familia procede de ese entorno, fueron durante varias generaciones los caseros de una finca. Como se dice en mi tierra yo soy un zagal de pueblo y desde muy pequeño tuve asignadas labores en el campo como dar de comer a los conejos o guardar las ovejas.

Recuerdo muy bien mi pasión por cultivar una fila de melones junto a mi padre, que cultivaba otra. Después de haber trabajado con mucho esmero, si al final la cosecha no llegaba a buen puerto, me cogía una gran rabieta. No entendía por qué la naturaleza era tan cruel y mis melones se malograban. Creo que no hay otra zona de España donde se mime y se conozca tan bien el cultivo de melón. Ha habido una generación de mayores, que todos tenemos en mente y a los que hemos admirado por su pasión. Me viene a la cabeza, por ejemplo, Joaquín “El largo”.

Hoy nadie se plantea dejar a un niño ir solo al colegio, darle vino dulce para desayunar o que trabaje a los 10 o 12 años.

No es entendible en la sociedad de hoy, pero las cosas en el mundo rural eran muy distintas a las que tenemos en la actualidad. Habrá gente que crea que yo fui un niño explotado, pero nada más lejos de la realidad, porque fui un niño muy feliz haciendo las cosas rutinarias del campo.

GALERÍA DE IMAGENES

¿Fue un buen estudiante?

De niño era del montón, si me gustaba una cosa, estudiaba y sino, pues no. En la carrera si lo fui. Acabé con ocho matriculas y dos sobresalientes. Además, tuve la oportunidad de haberme quedado en el departamento de Geografía Física, en el que estuve trabajando medio año, pero al final me tiró más la tierra. De mayor me hice un tanto autodidacta e iba estudiando lo que creía que me era más conveniente y por eso volví a la facultad para hacer un Máster en Comercio Exterior y después, pasé un año en Inglaterra aprendiendo inglés a marchas forzadas.

¿Y cómo aterriza un geógrafo en el sector?

De forma resumida, le digo que siempre había trabajado en verano en la cooperativa de mi pueblo, que en aquel entonces solo abría en verano. Era joven, pero tuve cargos de responsabilidad y vivimos algunas vicisitudes ajenas a nuestro negocio, que salvamos con matrícula. Con la llegada del trasvase la cooperativa creció y cuando llegó 1990, tuve la oportunidad de trabajar en el Instituto Murciano de Fomento en Bruselas, pero lo que son las cosas me enviaron a Polonia. Este fue el comienzo de mi relación con el Este. A partir de ese momento, mi vida ha estado vinculada a ese lado del mapa

¿No piensa jubilarse nunca?

En un escenario de diez años no me veo jubilado. Conservo un grupo de amigos de la universidad y el pasado mes de agosto nos reunimos. De 20 personas, solo quedábamos dos trabajando porque la mayoría habían sido funcionarios o estuvieron en la banca. Le garantizo que no me gusto esa sensación. Yo prefiero tener mi rutina de trabajo, estar activo.

¿Tiene alguna manía?

No sé si es manía u obsesión. Todos los días de mi vida analizo el tiempo, aquí y en diversos lugares de Europa. Una de las asignaturas de mi carrera fue Meteorología, que me gustaba mucho. Tengo herramientas para analizar la cuestión meteorológica en profundidad y como es muy cambiante, lo hago varias veces al día.

Dígame alguna de sus pasiones en la vida

Son dos muy sencillas, una es viajar y la otra el buen comer. Aprovecho cualquier circunstancia para conocer la gastronomía del lugar. No me pregunte qué es lo que más me gusta porque a mí me gusta todo, siempre y cuando sea bueno.

¿Usted cocina?

Las pocas veces que lo hago, creo que el resultado es bastante bueno. Como me gusta tanto comer, tengo cierto interés en las recetas, pero suelo comer fuera de casa muchas veces. Hoy le invito a conocer el pescado de Cabo de Palos.

¿Práctica algún deporte?

No soy de hacer deporte. A lo más que llego, y empecé después de la pandemia es a caminar a buen paso por la orilla del Segura hasta las huertas. Me controlo los kilómetros y suelo hacer unos 100 al mes.

TE PODRÍA INTERESAR

Newsletter fruittoday

Cada miércoles en tu email las noticias más destacadas de la semana hortofrutícola