La mandarina Leanri sigue consolidándose como una de las opciones más atractivas dentro del sector citrícola. Su sabor, calibre y adaptabilidad han generado un creciente interés entre productores, comercializadores y técnicos agrícolas. En la Jornada de Puertas Abiertas, celebrada en la finca de Viveros Alcanar, especialistas y agricultores analizaron las últimas experiencias en el manejo de esta variedad protegida.
A lo largo del encuentro, se abordaron cuestiones clave como la floración, el cuajado y la gestión del agua, aspectos determinantes para garantizar la productividad y estabilidad del cultivo. El intercambio de conocimientos entre los asistentes permitió reforzar las estrategias de manejo, optimizando la rentabilidad de Leanri sin comprometer la calidad de la fruta.
Un manejo preciso
Uno de los puntos más destacados del encuentro fue la capacidad de Leanri para producir una gran cantidad de flores en comparación con otras variedades. Mientras que un clementino suele generar entre 180 y 210 flores, Leanri puede alcanzar las 400. Sin embargo, este alto nivel de floración no siempre se traduce en una mayor producción, ya que la calidad de la flor es un factor determinante en el éxito del cuajado.
Para mejorar este proceso, los especialistas recomendaron el uso de giberelinas en la fase de caída de pétalos, una práctica que ayuda a reforzar los frutos más adelantados y reduce la competencia entre ovarios en desarrollo. Además, se destacó la técnica del rayado en ramas, utilizada en otras variedades como Orri, para favorecer la acumulación de carbohidratos en la copa del árbol y mejorar la retención de frutos viables.
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Otro de los aspectos tratados fue la importancia de regular el aporte hídrico en etapas clave del desarrollo del fruto.
Evolución y perspectivas
Desde que se iniciaron las primeras plantaciones de Leanri en 2016, la variedad ha demostrado un crecimiento constante en términos de productividad y estabilidad. En la finca de Alcanar, los resultados han sido positivos, con una evolución de la producción que pasó de 20-22 toneladas por hectárea en el primer año de recolección (2022) a 32-33 toneladas en el segundo y 35 en el tercero.
No obstante, el clima sigue siendo un factor determinante en la producción. En la última campaña, los fuertes vientos en esta zona alcanzaron los 120 km/h y afectaron a parte de la cosecha, subrayando la importancia de aplicar podas estratégicas para reducir el impacto de estas adversidades.