Como toda crisis viene unida a una oportunidad, hay que pensar que la falta de semilla en las variedades clásicas abrirá el camino a otras variedades y, en su conjunto, el panorama varietal sufrirá cambios en los próximos años.
Las patatas serán caras, porque la semilla es cara, como nunca antes lo había sido.
El sector ha sufrido transformaciones, y sigue con ellas. Por ejemplo, la preferencia de patata nueva nacional ha hecho que proliferen las segundas cosechas, a pesar de su escasa rentabilidad agronómica.
Para no olvidarnos de los problemas del tubérculo, que no despega en su consumo en fresco, o mejor dicho desciende año tras año, más recomendable es comer patata española o francesa, que comer egipcia, aunque solo sea para ponerse a salvo de posibles sorpresas fitosanitarias.




























































































