La respuesta fácil es ‘No lo sé’ y la respuesta elaborada es que hay que invertir en comunicación y saber transmitir las bondades innatas de nuestros productos. Aunque la situación es compleja porque, incluso comunicando, y mucho, el consumo no sube. Este año, por ejemplo, Europa dispone de 186 millones de euros para promoción agroalimentaria, 81 millones destinados a la promoción en los países miembros y 85 fuera de la U.E. ¿Qué hacemos mal? ¿No nos dirigimos al target adecuado? ¿No utilizamos los canales apropiados?
Por otro lado, lo que reflejan las cifras import-export de nuestro país es una pérdida de músculo exportador frente a unas importaciones que siguen creciendo. Mal camino entonces porque, aunque seamos una potencia exportadora, por primera vez en la historia hemos superado los 4 millones de toneladas de fruta importada, lo que significa un incremento del 50% en una década.
Lo números no salen, se consume menos- exportamos menos -suben las importaciones y también producimos menos. Cuatro factores que derivarán, tarde o temprano, en un problema de seguridad alimentaria, cuanto menos.
¿A quién culpamos? ¿Al consumidor que se decanta por lo fácil y, a corto plazo, más barato (procesados)?, ¿a la ingente burocracia y aumento de restricciones (reducción de materias activas, seguros por las nubes, etc.)?, ¿a la falta de relevo generacional y escasez de mano de obra)? o ¿a la vida en sí misma (cambio climático, inflación, aumento de costes)?.
Yo no lo sé. A lo mejor, tú lector, sí





























































































