Pero existe otro motor económico, menos visible para la opinión pública en general, que sostiene y alimenta —nunca mejor dicho— la economía española con cifras igualmente contundentes: el sector agroalimentario.
La agricultura, la ganadería, la industria de transformación y la distribución conforman un ecosistema que representa más del 10% del PIB, asegura millones de empleos y, sobre todo, coloca a España como líder exportador europeo en frutas y hortalizas frescas. Nuestras producciones cruzan fronteras cada día y se han consolidado con una reputación de calidad y seguridad alimentaria de referencia mundial.
En este contexto, la feria Fruit Attraction se ha convertido en el gran escaparate internacional. Con más de 2.000 empresas expositoras y cerca de 100.000 visitantes profesionales de más de 140 países, el certamen madrileño refuerza el papel de España como hub estratégico de abastecimiento en Europa y como socio fiable para terceros mercados.
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La comparación es reveladora: mientras el turismo exhibe nuestro país al visitante, la agroindustria trabaja de manera silenciosa, pero muestra lo mejor de España en forma de alimentos saludables, innovadores y competitivos que llegan a la mesa de millones de consumidores europeos.
En un momento en el que la sostenibilidad, la seguridad alimentaria y la resiliencia de las cadenas de valor están en el centro del debate europeo, la agroalimentación merece una visibilidad equiparable a la del turismo.




























































































