Joaquín Fernández Peláez: Un auténtico rugbier

Joaquín Fernández Peláez, nace en Valladolid hace 44 años, pero su sangre es de ascendencia burgalesa y, si exprimes más, asturiana. Físicamente es un tipo de complexión fuerte, de 114 kilos que una vez llegó a los 145. Estas características las ha sabido aprovechar jugando al rugby.

No le gusta el café, que en otra época sustituía por 5 coca colas diarias. Estuvo en manos de una dietista y un endocrino, pero una noche decidió que no iba a necesitar ayuda externa para adelgazar y que lo haría por sí mismo.

Nos da cita en su oficina, en plena plaza mayor de Valladolid. Tras unos minutos de saludos y alguna que otra fotografía, salimos a comer pinchos de lechazo para aguantar el frío que después sufriremos en el campo de rugby.

Hablar con él es como si hubiera vivido dos vidas, sobre todo en el terreno profesional porque a los 18 años decidió que quería trabajar y desde entonces no ha parado.

Me ha sorprendido ver su mesa de trabajo. Estaba todo absolutamente organizado, como si no trabajara nadie.

Le confieso que tengo el TOC del orden y si no está todo organizado no puedo trabajar. En casa me ocurre lo mismo, tengo todas las camisetas y jerséis ordenados perfectamente por colores.

Supongo que es un hombre de férrea voluntad porque adelgazar 30 kilos sin ayuda externa no es nada fácil, ¿no?

Posiblemente sí. Una noche decidí que el único que tenía que dejar de comer era yo y no el endocrino. Así que empecé poco a poco y sigo en ello, pero sin prisas. Antes cenaba y recenaba, y ahora no. He sustituido todas las bebidas azucaradas que bebía por un triste té.

¿Se necesita estar en un determinado peso para jugar al rugby?

En categorías superiores sí, es una cuestión de fuerza, de empuje en la melé. Si juegas en primera línea tienes que pesar más y ser fuerte, aunque seas más lento. En segunda línea, puedes pesar menos. Hay otras posiciones, donde necesitan que seas más rápido o más hábil, depende donde juegues. En el rugby cualquier complexión física tiene hueco, pero ahora lo mío es la liga regional.

¿A qué edad comenzó a jugar al rugby?

Empecé tarde, a los 22 años, en la Universidad de Valladolid, en la categoría regional en la que continuo a día de hoy. Juego con y contra chavales de 20 años y mi sitio estaría ya con los veteranos, pero aún me mantienen ahí. Además, soy entrenador de la escuela de Rugby Arroyo, un equipo en el que funcionan muy bien las categorías inferiores y se ha convertido en una gran familia. Disfruto del rugby con mis hijos que también se han aficionado, y mi mujer nos apoya convirtiéndolo en otro plan más en familia.

¿Qué días juega?

Dos días por semana entreno a una categoría de niños, con los que me lo paso muy bien y me sirve de evasión.

¿Qué le atrae de este deporte minoritario?

Para mí el rugby es como un psicólogo, puedes focalizar muchas cosas cuando ves a un tipo con un balón a la hora de placarle. Te descontractura mucho porque es un deporte de contacto y descargas mucha adrenalina. Es algo medicinal. Además, supone las dos únicas horas en las que no tengo teléfono. Esto no me ocurre cuando voy en moto o a esquiar porque tengo cascos con intercomunicadores y en mitad de una canción o actividad, hay que atender el móvil. Es más, le diré que el rugby es un deporte de villanos jugado por caballeros, por el contrario, el fútbol es un deporte de caballeros jugado por villanos. Se lo explico: no está permitido dirigirse o discutir al árbitro, lo debe hacer tu capitán por ti. Es un deporte de estrategia y con ciertos códigos. En el famoso tercer tiempo posterior al partido es de ley invitar al equipo visitante a tomar algo y, al acabar, el equipo local le hace el pasillo al rival en señal de gratitud por haber venido a jugar. Nuestro gran valor es el respeto.

El rugby ha sufrido muchos cambios en los últimos años. Antaño estaban permitidas muchas acciones algo violentas, que a día de hoy serían inviables ya que la máxima es la seguridad del jugador.

¿Tiene algo que ver Valladolid con el rugby?

Es la cuna del rugby. Contamos con dos equipos, que compiten al máximo nivel, el Salvador y el Vrac, que son los dos equipos que más títulos de liga y copas del Rey cuentan en su palmarés. Lo que ocurre es que el rugby se queda como deporte minoritario porque no compite en los Mundiales. Esto cambiaría mucho su imagen. Por otro lado, el número de fichas federativas ha aumentado de manera exponencial en los últimos años, así que vamos por el buen camino.

Y ¿a qué se dedica con la moto que le he visto?

Pertenezco a un club de motor que se llama Rippers; en realidad es un club de amigos que, con la excusa de la moto, nos reunimos, hacemos barbacoas o ruteamos, además de participar en concentraciones como la de pingüinos de Valladolid en la que participamos más de 40.000 moteros.

Recuerdo, en más de una ocasión que, al hablar de trabajos, usted es una inagotable fuente de sorpresas.

He trabajado de muchas cosas porque a los 18 años decidí que no quería vivir de mis padres y así ha sido.

Pero estaba estudiando y es un tanto incompatible, ¿o no?

Sí, es cierto, estudiaba Administración y Dirección de Empresas, pero trabajaba en cualquier cosa en la que tuviera la oportunidad. Aprendí muy rápido que el dinero no cae del cielo. Empecé en la hostelería los fines de semana y me pasé mi juventud pluriempleado.

El trabajo más singular que ha tenido.

Hace más de 20 años fui controlador de accesos en locales de fiesta por todo el territorio nacional y también trabajé en la empresa de unos amigos que hacían giras musicales y montaje de escenarios. En Castilla-León llevábamos toda la seguridad: número de vigilantes uniformados, auxiliares, control de los accesos y del foso. Estuve más de doce años trabajando el tema de conciertos en Castilla-León y viajando con giras de grupos como Amaral, el Canto del Loco, Bisbal, Maná, Bruce Springsteen, etc.

 ¿Y otros trabajos?

Los otros han sido de índole más continuista y con horarios más comunes. Trabajé en Volkswagen dos años, en el Grupo Leche Pascual y en Prosegur. Y, finalmente, monté una agencia de marketing y esto me llevó a mi actividad desde hace 9 años en UNIQ/AFCO.

Por cierto, ¿qué tiene en su play-list?

Soy muy melómano, pero no tengo retentiva para los títulos de las canciones o los álbumes, aunque enseguida identifico si he escuchado una canción o no.

Me gusta todo tipo de música, pero soy muy ochentero y muy noventero. Me encanta la música electrónica, y alguno de mis favoritos son Mike Oldfield, Depeche Mode u OMD. Soy fan del rock, pero me gusta también el pop, el heavy y hasta la zarzuela. Incluso curioseo el rap, el reguetón y el trap. Si voy conduciendo de viaje, la música clásica es una buena compañía. Creo que cada actividad del día tiene su música. Antes de un partido me pongo a Marea para subir pulsaciones. Después puedo escuchar a Juan Luis Guerra o 2Cellos. Además, me interesa también la música indie. A veces, viendo una serie de televisión descubro grupos de música e investigo sobre ellos. Sin música la vida sería un error.

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