






Simón Conesa nos recibe en su hogar, una casa de diseño en pleno Mar Menor. Abre la puerta en pantalones cortos y camiseta y llego a pensar que nuestra sesión fotográfica iba a transcurrir en el gimnasio. Pero no, Simón se había preparado para hacer una de sus caminatas preferidas por el Parque de las Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar.Previamente, nos ofrece café y pasamos a la cocina, una zona desde la que se divisa el mar, como en el resto de toda la casa.Bajo su apariencia apacible, se esconde una persona que es un huracán de ideas, muchas de las cuales, me confiesa, se han generado en sus caminatas por las salinas.La palabra imposible no existe en su vocabulario. No es hombre de medias tintas ni deja nada al azar y es extremadamente meticuloso.¿Tan necesario le resulta ver el mar continuamente?Sí, forma parte de mi vida, me da tranquilidad y paz, me renueva cada día y me hace sentirme feliz.Incluso cuando vivía en San Cayetano, me acercaba hasta aquí para caminar cerca de la orilla. Cuando conduzco, elijo una ruta que me lleve cerca de él. Por eso tenía muy claro que quería una casa en la que pudiera ver el mar desde cualquier rincón. Lo necesito para pensar y para relajarme.Y si no está aquí, ¿qué hace para ver el mar?Ja,ja,ja. Propongo vacaciones que me lleven a él. Visito las Baleares con frecuencia y soy fan de los cruceros. Aprovecho para reunir a toda mi familia y viajar juntos.¿A dónde han ido?Principalmente hacemos cruceros. El más espectacular fue el de Alaska donde pudimos ver icebergs y ballenas a poca distancia. Hicimos otro por los fiordos noruegos, también pleno de Naturaleza. Y otro desde Nueva York a Nassau, en las Bahamas. Disfruto mucho de la calma del mar durante la noche y de las travesías por el día. Eso sí, lo mínimo que exijo cuando viajo es estar tan confortable como en mi propia casa, porque si no me quedo aquí.
¿Hace deporte con regularidad?Sí, tenemos una entrenadora personal que viene a casa tres días a la semana y mi mujer y yo trabajamos juntos. Por mi cuenta, a veces con mi hijo pequeño, jugamos a basket en la mini cancha que tenemos.¿Qué recuerdos tiene de su infancia y adolescencia?Tuve una infancia muy feliz. Los niños vivíamos en la calle. San Cayetano era un pueblo de 300 o 400 habitantes. Las puertas de las casas estaban abiertas y había mucha interacción entre los vecinos.¿A qué se dedicaban sus padres?Mi padre, al igual que mi abuelo era agricultor, pero también transportista. Mis hermanos y yo empezamos a ayudarle muy jovencitos en el garaje de casa con la venta a pequeña escala. Todo lo hicimos de la nada, con mucho esfuerzo. Trabajábamos seis días y medio a la semana y durante muchas horas. Mi abuelo solo tenía seis hectáreas de terreno en siete fincas, un auténtico minifundio.A usted no le ha ido nada malNo puedo quejarme, pero en los negocios se aprende sobre la marcha. También he sufrido experiencias que no han sido tan prometedoras como las actuales. Siempre he creído firmemente en lo que hacía y he seguido hacia delante. Mi etapa en Agromediterránea fue muy enriquecedora a nivel profesional.GALERÍA DE IMÁGENES: Simón Conesa: “Necesito el mar para vivir”
Me da la sensación de que estoy ante un perfeccionista. ¿Estoy equivocada?Algo de razón tiene. Tengo una visión de cómo tiene que ser cada cosa, de cómo hay que gestionarla y, si no es de esa manera, todo me chirría. Las cosas las tengo muy claras.¿Qué hobby le hace feliz hoy?Me gusta hacer escapadas con mi mujer e incluir rutas gastronómicas, la experiencia de comer bien forma parte del viaje.Me gusta disfrutar de las ocasiones que te ofrece la vida. Hace meses nos escapamos a Viena para ver a Coldplay y también hicimos otra breve salida a París para ver la final de Roland Garros, en la que tuvimos la suerte de que ganara Alcaraz.¿Cuáles son sus restaurantes favoritos?Tengo muchos, tanto en España como en los diferentes lugares por los que he viajado. En el sur, mi preferido en está en Zahara de los Atunes (Cádiz) y es el Restaurante Antonio. Y en el norte, como todos los años viajamos a San Sebastián, antes de llegar, siempre paramos en el restaurante De Galo, en Covarrubias para probar el lechazo o la olla podrida de Burgos. Cuando llegamos al País Vasco, suelo repetir en el asador Portuetxe o en Akelarre, en la ladera del monte Igueldo, con unas vistas insuperables.Me ha dicho que le gusta Coldplay, ¿qué otra música escucha?En general todo tipo de música. Un clásico para mí es Simon and Garfunkel o las canciones románticas italianas. También me gusta Raphael y más actuales Shakira o Rosalía.¿Y cómo anda de lectura?Suelo leer digitalmente El Mundo, La Razón y La Verdad para estar al día; y en libros, cuando el tiempo me lo permite, me inclino por la novela histórica. En su día, me impactó La Catedral del Mar. Ana y yo hicimos el recorrido por el barrio antiguo de Barcelona, siguiendo el libro. Fue fascinante. Ahora mi libro más reciente ha sido ‘En el amor y en la guerra’ de Ildefonso Falcones.Le he visto un crucifijo en su coche. ¿Es usted creyente?Sí, lo soy a mi manera, pero debo decirle que desde que mi hijo Álvaro ha tomado la Primera Comunión, me apetece más ir a misa que antes y me siento mucho mejor.Desde que le conozco, siempre me ha llamado la atención su impecable porte al vestirYo creo que soy muy normal en mi forma de vestir. Me gusta, sobre todo, ropa cómoda y adecuada para cada ocasión.¿Piensa jubilarse?No, en absoluto. Siento pasión por mi trabajo.NOTICIA RELACIONADA: Xavi Nolla: El hombre que susurraba a los naranjos





























































































