La firma, con sede en la localidad tinerfeña de Tacoronte y más de 30 años de experiencia en el cultivo, ha sabido transformar una tradición local en un modelo de exportación que hoy abastece a buena parte del continente europeo.
La papaya crece bajo invernadero en el norte de Tenerife, en una franja privilegiada donde el termómetro rara vez baja de los 25 grados. Esta zona, influenciada por el mar y con un clima subtropical, permite cultivar durante las 52 semanas del año, aunque los picos de producción se concentran entre octubre y junio.
El recorrido de Sweet Papaya comenzó a transformarse hace una década, cuando tres pequeños productores de la isla se unieron bajo una misma marca comercial. Hoy exportan cerca de 2 millones de kilos anuales, de los cuales el 85% cruza las fronteras.
Pero este auge no está exento de desafíos. Su cultivo es muy intensivo en mano de obra tanto en campo como en almacén debido a la delicadeza de la piel, que se deteriora con gran facilidad. Además, como ocurre en otros sectores agrícolas, los costes de producción no dejan de subir y “la única solución pasa por mejorar el rendimiento por hectárea”, explica Guillermo Aledo, director comercial de la compañía isleña.
Con dos variedades principales —Sweet Mary y Honey—, la empresa trabaja además en colaboración con el Centro de Investigaciones Agrarias de Canarias para desarrollar plantas in vitro. Su objetivo pasa por reducir los problemas víricos y obtener árboles capaces de rendir hasta 140 kilos.
Mayor demanda que oferta
“El mercado nos pide más de lo que podemos ofrecer y esto es una constante en el último año y medio”, admite el directivo. La demanda supera la oferta, y eso ha llevado a la empresa a proyectar un aumento del 20% en sus producciones. Sin embargo, hay una premisa que no están dispuestos a negociar: la calidad. “No queremos crecer de forma descontrolada para mantener el estándar que nos ha traído hasta aquí”.
Para una más hábil gestión de la labor de exportación, la compañía canaria tiene en la península a su socio comercial, Bayex Overseas, una firma que gestiona toda la parte logística y de pedidos del mercado europeo.
Según su gerente, Vicente Bayona, la papaya canaria compite muy bien con la brasileña ya que se trata de un producto de proximidad, que está muchos menos días en barco y sus estándares de calidad y grados brix son muy altos. Todo ello contribuye también a que su precio en el lineal sea más asequible y, por tanto, sea un producto más demandado.
Desde la localidad de Betxí, la papaya llega a cada una de las plataformas de las diversas superficies europeas y desde éstas se distribuye a los diferentes supermercados. Destacan especialmente, los retailers alemanes, algunas grandes superficies españolas y distribuidores del mercado de Rungis, en Francia.
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El ejecutivo valenciano cree que un hecho que ha influido en el auge del consumo de este tropical es el gran tráfico de cruceros provenientes del norte de Europa, donde la papaya es un producto más común que en España. Y, por supuesto, la alta calidad nutricional de este tropical que, por sus escasos niveles de azúcar, es recomendable para los diabéticos.
Tanto el directivo canario como el valenciano coinciden en que a pesar de la alta demanda prefieren trabajar unos volúmenes controlados en los que la calidad del producto sea su esencia principal. “Nunca sacrificaremos calidad por cantidad. De eso estamos muy seguros”.

































































































