¿Qué es el romanesco?

El romanesco es un vegetal de aspecto fascinante y único, conocido tanto por su estructura fractal como por sus beneficios nutricionales. Es una variedad de la especie Brassica oleracea, lo que lo hace un pariente cercano de otras crucíferas como el brócoli, la coliflor, las coles de Bruselas y el repollo
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Origen y características del romanesco

El romanesco, también conocido como brócoli romanesco o col romanesco, es originario de Italia, específicamente de la región de Roma, de donde proviene su nombre. Aunque se cultiva en Italia desde hace siglos, se hizo popular en el resto de Europa y el mundo en tiempos más recientes, gracias a su aspecto llamativo y su sabor suave.

La característica más notable del romanesco es su apariencia: cada cabeza está compuesta por un patrón geométrico fractal, lo que significa que cada florete tiene una estructura cónica y se repite a una escala menor, creando un efecto visual impresionante. Este patrón fractal no es solo una curiosidad visual, sino que representa una maravilla matemática de la naturaleza. Cada espiral del romanesco sigue la secuencia de Fibonacci, lo que le da una forma simétrica y estética única en el mundo vegetal.

El color del romanesco es de un verde brillante, similar al del brócoli, aunque puede variar según la variedad y el cultivo. Su textura es algo más crujiente que la de la coliflor y su sabor es suave, con un toque ligeramente dulce y a nuez, lo que lo hace perfecto para una variedad de platos.

Propiedades nutricionales del romanesco

El romanesco no solo es visualmente atractivo, sino también muy nutritivo. Al igual que otros miembros de la familia de las crucíferas, es bajo en calorías y rico en nutrientes, lo que lo convierte en una excelente opción para quienes buscan una alimentación saludable y equilibrada.

Rico en vitaminas y minerales

El romanesco es una fuente importante de vitamina C, que es fundamental para el sistema inmunológico y actúa como antioxidante, protegiendo las células del daño causado por los radicales libres. También contiene vitamina K, esencial para la coagulación de la sangre y la salud ósea, y vitamina A, que ayuda en la salud ocular y la función inmunológica.

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Además, el romanesco aporta minerales importantes como el potasio, necesario para mantener el equilibrio de los electrolitos y una adecuada función muscular, y el magnesio, que contribuye al buen funcionamiento del sistema nervioso.

Fibra dietética

El romanesco es una excelente fuente de fibra dietética, que ayuda a mejorar la digestión y mantener la salud intestinal. La fibra promueve el tránsito intestinal y previene el estreñimiento, además de contribuir a la sensación de saciedad, lo que es útil para quienes buscan controlar su peso. La fibra también ayuda a regular los niveles de azúcar en sangre y puede reducir el colesterol, contribuyendo así a la salud cardiovascular.

Antioxidantes y fitoquímicos

Al igual que otras crucíferas, el romanesco contiene antioxidantes y compuestos bioactivos como los glucosinolatos. Estos fitoquímicos han sido estudiados por sus propiedades anticancerígenas y su capacidad para proteger el cuerpo contra enfermedades degenerativas. Los glucosinolatos también tienen efectos antiinflamatorios, lo que puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedades crónicas.

Cómo cocinar el romanesco

El romanesco es versátil en la cocina y puede prepararse de diversas maneras. Puede ser cocido al vapor, hervido, asado, salteado o incluso consumido crudo en ensaladas. Su sabor suave y textura crujiente lo hacen ideal para combinar con otros vegetales o incorporarlo en platos como pastas, guisos y arroces. Cocinarlo al vapor o saltearlo ligeramente permite preservar sus nutrientes y mantener su atractivo color verde brillante.

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