Se trata de un cultivo de referencia dentro de los llamados ‘cultivos menores’, que mantiene un gran ímpetu de compra en los destinos británicos y alemanes.
La referencia va creciendo paulatinamente en el resto de destinos y, hoy, España es el primer importador en 16 destinos europeos, con especial relevancia en los países nórdicos, donde la presencia española suma más del 70% de las entradas internacionales y en mercados como el noruego llega a alcanzar el 90%.
El competidor natural de la oferta española de apio es Italia, origen que sólo lidera las importaciones de Austria y Suiza, ya que el grueso de la oferta transalpina se destina a su mercado doméstico.
Falta de autorizaciones en fitosanitarios
Como cultivo menor que es, el apio sufre las consecuencias de una clara falta de autorizaciones fitosanitarias para controlar plagas y bacterias. En este sentido, el sector se ha decantado por aplicar herramientas de control biológico al aire libre, al tiempo que sus agricultores aprenden, de forma muy rápida, nuevos conocimientos con la posibilidad de ser aplicados.
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Sin embargo, no se tienen todavía respuestas a los problemas fúngicos, donde se necesitan nuevas autorizaciones.