La Unió Llauradora alerta que el caqui sufrirá cada vez más destríos importantes que lastran el rendimiento de los productores. Es preciso que se autoricen más productos fitosanitarios o materias activas para combatir las plagas. Las mismas afectan al cultivo como el cotonet, la mosca blanca o los trips y aumentan los costes de producción.
Gestión de plagas
A juicio de LA UNIÓ es imprescindible que se faciliten autorizaciones excepcionales de materias activas. Las mismas ayudan a gestionar las plagas y a reducir esos destríos. Cada año hay menos herramientas para luchar contra ellas de forma eficaz. Otros países competidores en los mercados europeos sí disponen de ellas. Ello lleva a LA UNIÓ a reclamar ante las autoridades comunitarias que exijan la reciprocidad con los países terceros. En este sentido, LA UNIÓ exige un registro único de fitosanitarios entre los Estados miembro. Y también que las autorizaciones excepcionales sean zonales cuando se trate de un mismo cultivo en la Unión Europea. Y que, al ser un cultivo minoritario, tenga una mayor agilidad en las autorizaciones excepcionales para el uso de materias activas. Ante la falta de fitosanitarios efectivos, tendrían que concederse de forma ágil y rápida para evitar que cuando se hagan, ya no tenga sentido hacer el tratamiento. Paralelamente, habría que fomentar la lucha biológica, pero sin ser la solución única. Debería apostar por un modelo combinado que garantice la viabilidad del cultivo.
En este inicio de campaña de recolección se espera una cosecha normal y superior a las 300.000 toneladas, lejos todavía de la media productiva pero mucho mejor que las dos últimas campañas que tuvieron un gran descenso sobre todo la más reciente por la fatídica dana. Ante esta situación, en un principio se permitirá abastecer, si no lo tuerce la meteorología, de manera adecuada a los principales mercados. A excepción de algunos daños localizados por el pedrisco, se han dado hasta la fecha buenas condiciones meteorológicas para el cultivo. Las abundantes lluvias en primavera contribuyeron a que los árboles brotaran con vigor y sanos. Ello se traducirá en calibres grandes y de calidad que todavía serán mejores con las lluvias de la pasada semana.
Complejidad en el manejo agronómico
El coste de explotación del cultivo es cada vez más elevado. El manejo agronómico resulta cada vez más complejo por la fuerte presión de las plagas y la escasa disponibilidad de materias activas autorizadas. “Esto obliga a realizar una inversión considerable en la suelta de fauna útil dentro de la lucha biológica, que todavía no es suficientemente eficaz, y a combinarla con los pocos fitosanitarios que disponemos, que además cada vez resultan más caros. Ante las plagas se han de aumentar los tratamientos y supone un incremento desmesurado de nuestros costes productivos”, señala Carles Peris, secretario general de LA UNIÓ.
A las plagas hemos de añadir que las temperaturas prolongadamente altas de este verano y que continúan, han provocado estrés hídrico en el caqui, una adversidad que, además, no está actualmente cubierta en el sistema de seguros agrarios, y es por lo que desde LA UNIÓ se va a solicitar que se contemple. En contraposición hay que señalar que las últimas lluvias han servido para mejorar el calibre de la fruta.
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Ayudas PAC
LA UNIÓ también exige que el caqui no quede fuera de las futuras ayudas de la PAC y una mayor inversión en investigación de nuevas variedades que permitan alargar el calendario de recolección y suministro al mercado.
La superficie cultivada de caqui sigue bajando en las zonas productoras de la Comunitat Valenciana, en los últimos 6 años ha descendido sobre un 20%, pasando de 18.500 hectáreas a las 14.000 actuales. Pese a esta circunstancia, el responsable de LA UNIÓ es optimista. “El futuro del caqui depende directamente de que logremos controlar las plagas y garantizar la rentabilidad de las explotaciones. Si esto se consigue, todavía hay recorrido para mantener e incluso ampliar su presencia”, asegura Peris, quien indica que “es una fruta muy apreciada en los mercados internacionales, que tiene futuro si logramos reducir las pérdidas por destrío debido a las plagas, diversificar mercados y fomentar un mayor consumo, lo que permitiría que el productor obtuviera mayores ingresos y el cultivo siguiera consolidándose”.
En estos momentos la media de precios que se ofrecen a los productores ronda entre 0,50 y 0,65 € el kilo en campo, lo que significa sobre 15 y 20 céntimos por encima de la media del año pasado por estas mismas fechas. «Los costes de producción nos han subido mucho por la proliferación de plagas, por lo que recibir menos de 60 céntimos no sería sostenible para el agricultor”, afirma Carles Peris.