Grupo Fortini, un referente europeo en apio

Con unos 25 millones de kilos de piezas de apio, la empresa de Torre Pacheco es una de las grandes del sector en el Viejo Continente
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La nueva estrategia comercial de la compañía le ha permitido alcanzar una facturación que, en el último cierre de ejercicio, llegó a los 31 millones de euros, frente a los 12 de 2022. Este crecimiento está basado en un aumento de la producción propia en el Campo de Cartagena, así como en la estrecha relación a largo plazo que establecen con sus agricultores.

La tradición del cultivo de apio se remonta a los años 50 en Italia, donde la familia Fortini ya trabajaba con este hortícola. En los años 90 deciden trasladarse a España. Aunque estén focalizados en este producto, el surtido de la empresa es, en la actualidad, mucho más amplio y abarca desde la coliflor, segundo producto en importancia por volumen, hasta el brócoli, pasando por los hortícolas de hoja: romana, iceberg y little gem.

Rafael Martínez, director general de la compañía, remarca que “con el apio tenemos un know-how que pasa desde la selección varietal hasta el manejo en campo, el grado de madurez, la postcosecha y el conocimiento de todos los modelos de packaging que se realizan conforme a los estándares de las cadenas, durante los 365 días del año”.

El apio de la compañía murciana cuenta con muchas décadas de reconocimiento en los mercados europeos por su calidad, por su constante servicio, por su vigilancia de la marca y por su precio. “Aprovechando este conocimiento de los mercados, en 2022 incorporamos a nuestro portfolio brócoli y lechugas: little gem, iceberg y romana. Se trata de hacer un cross selling y aprovechar los canales de venta que funcionan”, explica el ejecutivo.

La incorporación de la categoría de lechugas ha permitido trabajar con mayores volúmenes de producto, “aunque se trata de un negocio con mayores fluctuaciones, sobre todo si nos referimos a la iceberg.”

Respecto a la temporada actual, Martínez asegura que “octubre fue un mes de una gran demanda, así como la primera quincena de noviembre, pero desde entonces todo apunta a una leve retracción de los mercados, que veremos cómo evolucionan de cara a las fechas navideñas”.

Esta será la segunda campaña de invierno en el nuevo almacén que la firma tiene en la localidad de Torre Pacheco. “Hemos hecho un layout de planta muy inteligente, que asegura un flujo de materiales muy sencillo, con un buen aseguramiento de toda la cadena de frío y unos costes operativos muy bajos.”

Sin embargo, el 90% de la producción se hace en campo. La firma dispone de siete recolectoras y el campo se convierte en una minifábrica y, así, los palés salen de las recolectoras listos para expedirse.

La exportación representa el 75% de la comercialización de la empresa, con los mercados de Francia y Alemania como más importantes. El resto, se corresponde con ventas domésticas.

Diferentes circunstancias

“Son múltiples las regulaciones y restricciones que afectan al Campo de Cartagena, la mayoría de ellas sin sentido. La explotación del acuífero, la imposibilidad de desalar, la politización del agua, la falta de infraestructuras, la limitación de los ciclos de cultivo y la limitación de las tierras de regadío y zonas de cultivo, hacen cada día más difícil y más caro cultivar en esta tierra tan agraciada por su clima y geografía privilegiada”, remarca Martínez.

La vulnerabilidad de cultivar en el Campo de Cartagena por sus enormes restricciones y el problema del agua ha implicado, según el directivo, que hayan salido del mercado todas las hectáreas de secano que se permitían regar de manera táctica, por encima de la cota 120. A ello se suman otros aspectos que, por los temas de regulación del Mar Menor, han hecho que la productividad haya caído drásticamente.

“Históricamente, la capacidad de rotar la tierra en el Campo de Cartagena ha sido muy alta, con hasta cuatro ciclos de cultivo al año, sin ninguna limitación. Esto se ha cortado tajantemente y el precio del producto en campo se ha multiplicado”.

El otro problema mayúsculo es el encarecimiento del precio del agua, como consecuencia de la explotación del acuífero y todos los temas sobrevenidos.

Entre las muchas cosas que han cambiado hay que señalar también la afectación del cambio climático ya que ahora las producciones europeas comienzan antes y terminan más tarde y la producción de Murcia no tiene cabida en ese espacio de tiempo. “Nuestro ciclo de exportación ha cambiado, si antes empezábamos el 10 de octubre, ahora es el 1 de noviembre y terminamos el 30 de abril, en vez del 15 de mayo.

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La incertidumbre por no saber cuándo terminarán y empezarán las respectivas campañas convierten estos periodos en una lotería insufrible. Además, coincide que tenemos obligación de salir a cultivar a terrenos con mayor altitud y con un aumento considerable de los costes operativos”.

Problemas añadidos

El directivo asegura que el sector vive serios problemas para la contratación de mano de obra y es casi imposible contar con trabajadores especializados. “Por otro lado, sentimos cierta desafección por las políticas europeas referentes a nuestro sector porque no hay apoyos para fomentar la huerta de Murcia o la huerta del Levante y, al mismo tiempo, vemos ventajas para las producciones extranjeras con ayudas para sus infraestructuras de agua, canalizaciones, etc. Es como si poco a poco se quisiera dejar morir el Campo de Cartagena y, en general, el campo español en favor de terceros países”

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