La entrada de operadores y la proliferación de zonas de cultivo marcan las claves de futuro en un ejercicio pasado por agua
La campaña 2018 ha arrancado con varios contratiempos en la zona esparraguera por excelencia, la Vega de Granada, tirando por tierra todo el mes de marzo. El anegamiento de unas 1.200 hectáreas de cultivo por el aliviadero del embalse de Cubillas y los daños provocados por la helada de la madrugada del 20 al 21 de marzo han supuesto un duro varapalo para los productores, que aún no han terminado de cuantificar daños. Pero no solo eso. El hecho de que haya llovido durante casi todo un mes sin parar ha provocado graves daños a la producción. Desde la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), han cifrado las pérdidas en cerca de 40 millones de euros. Una situación calificada de “traumática” por el secretario de UPA en Granada, Nicolás Chica, ya que el sector ha visto cómo se perdía una tercera parte de la recolección. Y lo peor de todo es que lo ha hecho en unas fechas en las que las cotizaciones alcanzan su máximo apogeo. Tanto es así que, a la hora de desarrollar las entrevistas para este Especial, han sido muchas las empresas que han preferido no aventurarse a dar cifras de previsiones de campaña. Habrá que esperar a que terminen sus respectivos balances de daños para saber si el volumen que estimaba la Delegación de Agricultura de la Junta de Andalucía antes de esta ‘crisis’, 69 millones de kilos, se aleja mucho de la realidad. Lo que sí se puede avanzar es la superficie plantada, 6.466 hectáreas, con las que Granada reitera su hegemonía en este segmento, el espárrago verde, no solo en España, sino también en Europa. Una posición más que merecida, pero que le está empezando a pasar factura, ya que, a día de hoy, es casi imposible encontrar zonas para seguir plantando en las áreas más tradicionales (Huétor-Tájar, Loja, Villanueva del Mesía…) y, además, apenas se rotan los cultivos para regenerar la tierra, lo que perjudica el rendimiento y puede repercutir en la calidad. Por ello no es de extrañar que los propios operadores granadinos busquen nuevas zonas donde plantar. Crece el número de fincas de espárrago en Sevilla, Málaga (principalmente en Antequera, pero también en Cártama, Coín…), y Córdoba, y ha hay más de uno que se ha fijado en el norte de Almería para empezar a cultivar de cara a la próxima campaña. También se incrementa la superficie en otras comunidades como Extremadura y Castilla-La Mancha, donde prolifera la oferta por parte de nuevos operadores que ven en este producto una vía de diversificación bastante rentable. ¿Podría perjudicar el aumento de la oferta a los precios? Es una posibilidad que contemplan con cierto recelo las empresas de toda la vida. Por un lado, porque el consumo, aunque tiende a crecer, sigue siendo escaso (20% en España en los meses pico de producción), y por otro, porque el desconocimiento del cultivo y los mercados puede tirar por tierra la calidad y las cotizaciones. No en vano, en los últimos años ya se ha empezado a notar que la ‘alegría’ en los primeros precios no ha sido la misma. La ‘culpa’ la tiene la importación en contraestación de espárrago latinoamericano. El consumidor español no tiene que esperar a que arranque la campaña española para comer el producto. Ya lo ve en el lineal el resto del año, y además en el propio inicio de la campaña, la coincidencia con espárrago de México desequilibra las cotizaciones, que tienden a la baja. Asimismo, el desconocimiento provoca que, en la mayoría de los casos, tampoco sepa valorar su calidad (por encima del producto importado), y quiera pagar más por ello. En el resto de Europa es justo ese aspecto, la calidad, la que lleva a los operadores a ‘lanzarse’ a por el espárrago español apenas empiezan las primeras recolecciones (amén de por su mayor sostenibilidad vía huella de carbono).
Tendencias
Aumenta la demanda de espárragos de menor calibre en Europa (8-12 y 12-16) en detrimento de los calibres más gruesos. Y es que el consumidor UE, antes más habituado al consumo de espárrago blanco, ha empezado a apreciar el sabor que ofrece el verde de menor calibre (con menos cantidad de agua). Junto a este motivo hay otros más prácticos: el hecho de que los hogares cuenten menos miembros y el factor económico. Por ello las empresas empiezan a ofrecer formatos de menor gramaje (principalmente 200 gramos). Suben también las ventas de puntas de espárrago, una opción cómoda que permite un consumo fácil y el ahorro de tiempo en el cocinado.