El sector de los berries británico descontento con los supermercados

La relación entre los agricultores británicos y las cadenas de supermercados del país es difícil desde hace unos años, y llena de situaciones paradójicas. El Reino Unido no produce suficientes alimentos, y tiene que importar una parte significativa de lo que consume.
Miguel Flavián

En el 2022, importaron el 47% de las hortalizas, y el 84% de las frutas que se consumieron en el país (el 39% y el 28% respectivamente provenían de la Unión Europea), y además existe una clara preferencia por parte de los consumidores por los productos locales, producidos en el Reino Unido.

Sin embargo, los supermercados ejercen una gran presión a la baja sobre los precios, dado que existe una competencia muy fuerte entre ellos. Y la presión es tal que los precios a los que están dispuestos a pagar por las frutas y las hortalizas no compensan a los productores, que ven como suben los costes, y mucho más en los últimos años, sin que haya una correspondencia directa en los precios que perciben.

En un artículo anterior ya les he hablado de los problemas del sector agrario en general, de la falta de renovación de árboles en el segmento de la fruta de hueso, del abandono de la producción de un número significativo de agricultores con invernaderos, y ahora tenemos noticias del descontento en el sector de las berries.

Las berries han protagonizado la sección de frutas en los últimos años, primero con las fresas, luego los arándanos y ahora las frambuesas, dado que su consumo ha ido creciendo a la par que la capacidad de producir en el Reino Unido gracias a los avances tecnológicos y de variedades. En el último año el consumo, a pesar de las dificultades, ha crecido un 8% en volumen y un 13% en valor, por encima de la media de la sección de frutas, según Kantar.

Sin embargo, los precios no han subido en consonancia con lo que han crecido los costes (un 2.3% más para fresas, un 6.9% para frambuesas, y han disminuido un 7.5% para arándanos, según el análisis de la consultora Andersons Midlands) y esto supone que el sector productor se replantee su futuro. Según la encuesta que la propia federación de agricultores ha hecho a sus socios (que representan un 95% de los productores británicos) el 80% declaran que la colaboración con sus clientes, las cadenas de supermercados, no es buena, y un 68% declaran que van a realizar menos inversión en el próximo año. El 40% declara que el precio es el principal argumento de la negociación con los supermercados.

Si a que cada vez hay menos proyectos a largo plazo entre cadenas y agricultores, le sumamos las subidas de costes, y los problemas que hay para encontrar personas que quieran trabajar en las explotaciones agrarias, parece natural que los agricultores se sientan desmotivados para invertir en el futuro, ante la incertidumbre de las cantidades que pueden esperar vender, y el precio. Esto puede llevar a que el país produzca todavía menos alimentos, y dependa más del exterior, lo que resulta un contraste evidente con la tendencia de otros sectores que se han visto afectados por las turbulencias de las cadenas de suministro y están trayendo cada vez más producción al Reino Unido, el llamado onshoring.

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