Esta cantidad está destinada a acelerar todas las innovaciones relacionadas con los diferentes ámbitos de la sostenibilidad: el desafío climático, la reducción de la huella hídrica y la de carbono, el packaging, el transporte, la salud y la mejora de su comunidad de productores.
En estos momentos, la compañía neozelandesa tiene sobre la mesa 11 proyectos pilotados por diferentes empresas internacionales. Uno de los más significativos ayudará a detectar mejor cuál es el momento óptimo de recolección de la fruta. Se trata de una tecnología que, mediante un algoritmo y a través del sistema olfativo de los insectos, detecta los compuestos orgánicos volátiles del kiwi y permite su recogida en el momento más adecuado, evitando el desperdicio alimentario.
Otro de los proyectos, liderado por una empresa holandesa, conseguirá que el desperdicio de la propia fruta se convierta en material de packaging.
Adaptación al cambio climático
El clima es uno de los grandes desafíos para la firma. El kiwi necesita un determinado número de horas de frío en invierno con temperaturas entre 2 y 4 grados Celsius. Hoy en día, la variabilidad climática ha aumentado y afecta a la floración, brotación y otros procesos clave de la fruta.
La compañía ha implementado tecnologías de riego inteligente y monitoreo en tiempo real con el objetivo de reducir la huella hídrica de sus cultivos en un 20%. De igual manera, practica políticas agrícolas regenerativas para mejorar la salud del suelo y reducir las emisiones de efecto invernadero.
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Como una de las grandes empresas exportadoras mundiales, presente en más de 50 mercados, Zespri está muy centrada en reducir su huella de carbono proveniente del transporte. “Los envíos suponen más de un 40% de la huella de carbono y mantenemos un esfuerzo continuado en reducir estas emisiones,” explica Jiunn Shih, jefe de Marketing, Innovación y Sostenibilidad.
En este sentido, para la firma se ha hecho imprescindible trabajar en la descarbonización de su cadena de suministro, así como en la exploración de nuevas rutas de transporte marítimo, con un especial interés en la creación de un corredor verde entre Europa y Nueva Zelanda. Para ello, ya se han realizado pruebas con barcos de biofuel, con baja emisión de combustibles. La primera de ellas se hizo el año pasado desde Hong- Kong a Nueva Zelanda.