España gana enteros en los mercados internacionales con su producción de hueso.
En el año 2000 el gigante italiano exportaba casi 400 mil toneladas de fruta frente a las 300 mil de España. En 2005, España alcanza a las ventas italianas, situándose en el mismo rango. A partir de este año, la evolución de las cifras de exportación españolas son constantes, al tiempo que la exportación italiana cae en picado y baja hasta los 300 mil kilos en 2013.
Desde 2014, España supera las 800 mil toneladas de fruta vendida fuera de sus fronteras y continúa manteniendo esta situación de privilegio. En el orden productivo, 2016 significó la consolidación de su liderazgo (1.382.400 toneladas) frente a su más directo “rival cuantitativo”, Italia, que tuvo una cosecha de 1.262.130 toneladas.
La acertada reconversión varietal, la entrada en producción de nuevas plantaciones y el éxito del paraguayo han sido algunos de los parámetros que manera paulatina han ido emplazando a España como líder absoluto en el sector. Con todo y con ello, no es oro todo lo que reluce, ya que el sector ha estado y está sometido a una gran presión de precios, provocado no sólo por los desajustes que se producen en la cadena de formación de precios (y donde el que más sufre es el propio productor), sino también por su estructura atomizada o por la coerción que ejercen determinadas cadenas en su batalla por ofrecer el precio más barato.