Sin lugar a dudas, la cebolla es uno de los vegetales más versátiles en la cocina. Muchas personas no la toleran, pero para otros tantos la cebolla resulta ser un recurso indispensable en la cocina. La razón es que la cebolla otorga ciertas propiedades organolépticas únicas a nuestros platos.
Además, la cebolla esconde multitud de beneficios para la salud humana que muchas personas desconocen. A pesar de utilizarse en cantidades pequeñas, los nutrientes de la cebolla resultan sumamente interesantes desde el punto de vista de la salud.
Composición nutricional de la cebolla
La cebolla posee el nombre científico de Allium cepa, y está compuesta mayoritariamente por agua, como sucede prácticamente con todos los vegetales. Aproximadamente, un 90% de la composición total de la cebolla es agua. Esta característica otorga a la cebolla propiedades diuréticas beneficiosas en casos de hinchazón, relacionadas con su contenido acuoso y con la presencia de ciertos micronutrientes. El resto de sus compuestos mayoritarios se reparten entre los hidratos de carbono complejos, los cuales representan 5,3 gramos, y la fibra dietética con 1,8 gramos por cada 100 gramos de cebolla.
Por otro lado, si nos centramos en los micronutrientes vemos que la cebolla contiene cantidades modestas de vitamina C, aproximadamente unos 6,9 miligramos por cada 100 gramos de alimento. Este no es su fuerte, pero sí que destaca en otras vitaminas como el ácido fólico o vitamina B9, con cifras cercanas a los 7 microgramos por cada 100 gramos de cebolla. Respecto a los minerales, encontramos en la cebolla unos 25 mg de calcio, 160 mg de potasio y 1,5 microgramos de selenio. De nuevo, todas estas cantidades vienen referidas a 100 gramos de cebolla.
El potencial saludable de los compuestos azufrados
La cebolla destaca ampliamente por la presencia de algunos compuestos azufrados que se asocian con ciertos beneficios para la salud humana. Tradicionalmente se ha dicho que la cebolla es buena para la circulación, y lo es por este motivo. Además, estos compuestos saludables de la cebolla también se asocian con la prevención de ciertas enfermedades cardiovasculares. Por si fuera poco, la cebolla también aporta otras ventajas antisépticas y antiinflamatorias asociadas a dichos compuestos azufrados.
Otro componente destacado en la cebolla es la quercetina, uno de los flavonoides más destacados en la composición nutricional de algunos alimentos vegetales: se relaciona con beneficios en el asma, resfriado y casos de bronquitis. La explicación es que ayuda a despejar las fosas nasales, mejorando aquellas situaciones donde respirar se vuelve complicado.
La quercitina es un flavonoide que también cuenta con propiedades antioxidantes, por lo que resulta clave para retrasar el deterioro celular. De hecho, los antioxidantes son una excelente ayuda para mantener a raya a los radicales libres, compuestos que envejecen y deterioran nuestras células.
Por último, la cebolla también se considera como un prebiótico: es rica en fructooligosacáridos que activan el crecimiento de microorganismos interesantes para la salud de nuestra microbiota intestinal. En definitiva, consumir cebolla frecuentemente se traduce en un buen estado de nuestro sistema inmunitario asociado al consumo de compuestos saludables.