Llegó más tarde de lo habitual y generó más expectación que nunca. El ‘Análisis de la campaña hortofrutícola de Almería. Campaña 2015/2016’ elaborado por el Servicio de Estudios Agroalimentarios de Cajamar se presentó ayer por la tarde en una sala repleta de profesionales de primer nivel del sector agrícola almeriense, y constató algunas de las impresiones y tendencias que circulan en el sector: el mercado exterior es cada vez más importante para la salud económica de las empresas, crece el interés y el volumen de las especialidades como vía para diferenciarse, y los precios siguen siendo el principal caballo de batalla del agro.
En el informe (por primera vez presentado exclusivamente en versión digital), destacan cifras que revelan la fortaleza de la agricultura. La más importante es el aumento del 12% de las exportaciones, que sumaron el 75% del volumen total de frutas y hortalizas que se producen en la provincia, con 2,4 millones de toneladas en 2015/16. “En el periodo 1998-2016 casi se han duplicado” las ventas al exterior, explicó el director de Innovación Agroalimentaria de Cajamar, Roberto García Torrente. En valor, el crecimiento de las exportaciones fue de un 9,7% (2.194,8 millones de euros). El destino prioritario sigue siendo la Unión Europea (98,5%), y los cinco principales mercados, esto es Alemania, Francia, Países Bajos, Reino Unido y Polonia aumentaron sus compras, copando el 82% del total de hortofrutícolas exportadas. Además, cada vez se alarga más la campaña de ventas en el extranjero, con más de 200.000 toneladas mensuales exportadas durante 7 meses.
El sector es fuerte y sigue consolidándose, como muestran los principales capítulos que trata el Informe: subió la producción total con un +4,4% (3,3 millones de toneladas), el valor comercializado un +1,6% (1.782 millones de euros) y la superficie invernada se incrementó en 1.200 hectáreas en los dos últimos años, mostrando que “hay bastante interés por seguir invirtiendo en el sector”. También se destacó que, a diferencia de años anteriores, el precio de los insumos se mantuvo, con un ligero crecimiento del 0,3%. En los dos extremos de la balanza estuvieron el agua (un 7% más costosa que en 2014/15), y las semillas (apenas un 0,9% más caras que en el ejercicio precedente, cuando lo habitual era que se encarecieran a un ritmo del 5% interanual).
Pero no todo fueron buenas noticias. La otra cara de la moneda fueron las cotizaciones en origen, con una media de 0,534€/kg y un descenso del 2,6%. Sin embargo, el valor de la producción se incrementó un 1,6 % como consecuencia del aumento de las cosechas, como refleja el estudio. Las cotizaciones que más bajaron fueron la de la berenjena (-13,1%), la judía verde (-6,6%) y la sandía (-4,5%). En el caso del calabacín el descenso (-34,5%) realmente no es tan representativo, porque se compara con la campaña precedente, atípica por los extraordinarios precios que alcanzó.
Pujanza de las especialidades
Los productores almerienses son cada vez más conscientes de la necesidad de diferenciarse para escapar de los bajos precios y seguir siendo competitivos en el sector, una realidad que queda de manifiesto al comprobar que el 12% del tomate que se produjo en Almería en 2015/16 fueron especialidades, mientras que en el caso del pimiento se eleva al 6%. “Entre las especialidades de ambos, ya suman más valor que la berenjena, el melón y la judía”, aseveró García Torrente.
Los grandes retos
El 40% del PIB almeriense depende de la agricultura, un sector que genera 56.000 empleos (+42% en los últimos 8 años, el 89% extranjeros). El presidente de Cajamar, Eduardo Baamonde, señaló que es vital “moverse, no quedarse dormidos”, y “quitarse de encima los complejos, porque la agricultura almeriense es un referente mundial”. Como indicaciones, Baamonde destacó la importancia de generar un mayor valor añadido en las últimas fases de la comercialización, “no conviene limitarse a producir”, y en este sentido es clave promover alianzas estratégicas entre empresas del sector “aunque no necesariamente deben ser fusiones”. La mejora en las infraestructuras de transporte y, sobre todo, la búsqueda de un Pacto de Estado por el agua en el que deben estar implicados todos los agentes, así como una mejora en la eficiencia de la gestión hídrica, son los grandes retos que le toca enfrentar al sector para seguir adelante.