Hortofrutícola Las Norias, el principal productor de calabacín de la UE, espera una buena campaña tras el boom de precios del ejercicio pasado
En 2016 la importación europea de calabacín alcanzó su récord histórico con 434.000 toneladas. Todo un hito estimulado por la tendencia de consumo de alimentos saludables, que ha llenado las redes sociales de fotos en las que los ‘zoodles’ (spaghetti de calabacín) se han impuesto a golpe de etiquetas ‘healthy’. Detrás de esta moda hay toda una industria dedicada a la producción y comercialización del calabacín, y en medio de ella está una empresa almeriense que ostenta buena parte del volumen total: 45.000 tm de las 449.000 que se produjeron en Andalucía (principal zona de cultivo) en la campaña pasada. Con 230 has dedicadas en exclusiva a esta hortaliza, Hortofrutícola Las Norias ha conseguido labrarse un nombre propio en las principales cadenas de supermercados europeas (donde exporta el 99% de sus volúmenes) y, en menor medida, a Canadá. Su gama, comercializada bajo las marcas Dribling (la más conocida), Salutaring y Freshnorias, ofrece la tipología más comercial, el calabacín verde (convencional y ecológico), y las especialidades redondo y amarillo. Esta última concentra su consumo mayoritario en diciembre en Suiza, Holanda y Dinamarca, explica el gerente, Miguel Ángel Rubio.
Para 2017/18 la firma espera tener unos volúmenes similares a los del pasado ejercicio. Las previsiones son buenas, y se prevé que no haya problemas de abastecimiento si la climatología no dicta lo contrario. Además, cada vez hay más productores que vuelven a este cultivo, atraídos por los altos precios que se registraron el invierno pasado: la cotización media de la campaña se incrementó un 56% en origen según el balance de la Junta de Andalucía, oscilando entre 0,72-0,73 euros/kg.
New Delhi, el eterno problema
El calabacín viene sufriendo varios años de altibajos en precios y tiene en el New Delhi a su principal enemigo a batir. “La campaña ha empezó con 20 días de retraso por miedo al virus debido a las altas temperaturas”. A juicio de Rubio, existe un desinterés a la hora de investigar aspectos relacionados con este cultivo. Para las obtentoras el calabacín “no es rentable porque la semilla es más barata que otras. Estudian algunas mejoras en temas como el color y resistencia a temperaturas, pero encontrar la resistencia al New Delhi es clave. Tomamos todas las precauciones posibles para evitar la entrada de mosca blanca (vector del virus), y el problema sigue ahí, no sabemos de dónde viene realmente. En los ’90 había mosca blanca y no había New Delhi”.
Este problema, unido a los desequilibrios del cultivo debido al cambio climático, ha provocado que “los contratos cerrados estén dejando de ser rentables”. Así, en la empresa que lidera Rubio han pasado de representar “el 40% al 20%, y con cláusulas”. Lo ideal es vender a una clientela propia con precios semanales y, en ciertos casos, ajustándolos a diario.