La firma Patatas Beltrán cumple este año medio siglo de vida. Su fundador, José Beltrán, pronto cumplirá 79 años. Su ímpetu, osadía y esfuerzo llevaron a este agricultor a crear una de las empresas agrícolas más reconocidas dentro del panorama europeo de la patata
En tierras de Albacete está su niña bonita, una producción que suma más de 880 hectáreas, repartidas entre 16 fincas a las que hay que sumar las de Cartagena y Sevilla.
Es la primera vez que no está presente en la siembra de sus patatas de Albacete porque una larga enfermedad, de la que ahora se recupera, se lo ha impedido. Sin embargo, sorprende su exactitud en los recuerdos relativos a su trabajo. Domina las fechas, las cifras de producción de cualquier temporada, el rendimiento de la tierra y cualquier otra anécdota que tenga que ver con su labor, además de enumerar por su nombre a todos sus antiguos clientes.
De joven, este agricultor, de extraordinaria corpulencia, era capaz de descargar él solo un camión, sacos de 50 kilos a la espalda. Y lo hizo, no una, sino muchas veces.
Hablamos con este hombre, que vive y ha vivido para su negocio. Es un pozo de sabiduría en el mundo de la patata porque lo conoce desde la semilla a la mesa.
Usted ha sido el verdadero artífice y creador de Patatas Beltrán, ¿cómo ha visto cambiar el sector en estas décadas?
Ha sido una transformación muy intensa. En la década de los 60 en España producía 270.000 toneladas y hoy en día no llegamos a las 40.000. A mí, como agricultor me causa una gran desazón, pero todo cambia y la única opción es adaptarse. El cambio fue muy profundo cuando llegaron las primeras cadenas de distribución francesas, que en gran medida fueron las que obligaron a que cambiara todo tanto en el producto como en la cadena de suministro.
El año 1989 es un año importante para usted
Sí lo es. Fue el momento en que empezamos a plantar patatas en Albacete, en Casas Altas. Fueron unas 35 hectáreas de la variedad Kennebec. La temporada siguiente multiplicamos por 10 las hectáreas, llegando a las 300.
Creo que la estirpe Beltrán es, sobre todo, tenaz porque todo no ha sido de color de rosa en su trayectoria laboral
Efectivamente, a nosotros nos ha pasado de todo, bueno y malo, pero hemos resistido. El 4 de septiembre de 1990, una tormenta de lluvia ácida nos destruyó una finca entera de más de 150 hectáreas en Albacete. Y el resto de fincas que se salvaron, no lo hicieron en las mejores condiciones.
En otra campaña perdimos 5 millones de kilos porque las patatas se congelaron. En su recorrido hacia el almacén, el agua salía de la cabina del almacén porque las patatas se iban descongelando. Llegaron a pudrirse hasta las etiquetas de los jumbos.
Y en este almacén también hemos tenido dos importantes percances: las trombas de agua de la riada de 1987 se llevaron el almacén por delante. Y en 1998 se nos quemó.
¿Cuál ha sido su récord de producción?
Lo alcanzamos el año pasado con 41.700.000 kilos. Además, en una sola finca llegamos a 98.000 kilos por hectárea. En una zona que no es patatera, como Albacete, hemos conseguido sacar muy buenas producciones.
Yo me siento muy orgulloso de todos los desafíos a los que nos hemos enfrentado en estos 50 años. Hemos alquilado tierras donde no había agua, nos han quemado la producción con herbicidas, hemos sufrido cosechas ruinosas… pero nuestro tesón nos ha mantenido. Hoy podemos decir con orgullo que hemos logrado producciones superiores a las francesas, pasando de los 40.000 kilos por hectárea a 60.000, una cifra superior a los franceses.
Y en el terreno financiero siempre fui muy arriesgado, pero tuve la suerte de contar con el apoyo de mi familia y todo salió bien. En el año 1982 llegué a deber al banco 59 millones de las antiguas pesetas.
Recuerdo una frase que me dijo hace muchos años: “Si fuera más joven hubiera emigrado a Idaho”
Desde el punto de vista de un agricultor no debe haber nada mejor en el mundo que tener tierras en Idaho y cultivarlas. Es el epicentro mundial de una producción muy avanzada.
¿Cuándo fue la primera vez que viajó a Holanda para ver variedades?
El 26 de febrero de 1980 me fui con un amigo en un CX 25. Se nos congeló el coche, reventaron los manguitos y tuvimos que volver a España, pero nuestra ilusión no se truncó porque volvimos. Mi maquinaria más moderna vino de Holanda, donde compré una cosechadora, una sembradora y una tolva.
¿De qué se siente orgulloso? ¿Volverá este verano a ver sus tierras de Albacete?
Tomé muchas decisiones nuevas en su época apostando por variedades que hoy ya son muy conocidas. Fui el primero que sembró Agria en España y también fui pionero en tener cosechadoras modernas.
Claro que volveré a Albacete, con el objetivo de superar las 1.083 toneladas que cargamos en un solo día el año pasado.