100.000 personas según la Delegación del Gobierno y 400.000 de acuerdo a los datos de los convocantes ocuparon el domingo las calles de Madrid.
Ganaderos, agricultores, regantes y cazadores, ataviados con chalecos naranjas y bajo el grito de ‘Juntos por el campo’, recorrieron los más de cuatro kilómetros que separan la madrileña estación de Atocha del Ministerio de Transición Ecológica, dónde los representantes de las principales asociaciones rurales demandaron un plan de choque urgente para el campo y la intervención inmediata en el precio de los combustibles y material primas. Las exigencias fueron acompañadas de la advertencia, varias veces repetida, de que tomarán medidas «más drásticas» si no se escuchan sus peticiones.
«Hoy hay que decirle al Gobierno dos o tres cosas: que nos respeten, que no nos insulten […] y que atienda lo que está pidiendo el campo español en Madrid», sentenció el presidente de ASAJA, Pedro Barato, en un escenario instalado en el centro del Paseo de la Castellana y ante miles de manifestantes. Barato quiso poner sobre aviso al Ejecutivo: «Esto no ha terminado aquí. Comienza aquí la defensa del sector agrario y cinegético. O hay medidas o tomaremos contramedidas más drásticas». Sus palabras fueron recibidas por los asistentes con gritos de ‘Si esto no se apaña, caña, caña, caña’.
Entre abucheos al Ejecutivo, el secretario general de COAG, Miguel Padilla, se mostró más conciliador y aseguró que la movilización supone un buen golpe que «se va a reflejar». «Tenemos que ser optimistas y esto va a servir para algo», dijo. El secretario general de UPA, Lorenzo Ramos, coincidió y señaló que «esto es un toque de atención muy fuerte hacia el Gobierno y hacia todas las instituciones».
Con la comida no se juega
Que con «las cosas de comer no se juega» era el lema que portaba alguno de los participantes en una marcha vigilada desde el cielo madrileño por los helicópteros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.