En 2020 el agro valenciano perdió 570 millones de euros

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AVA-ASAJA califica el año agrario 2020 como extraordinariamente difícil, con unas pérdidas totales estimadas en 570 millones de euros en el sector agrario valenciano.

La persistente falta de rentabilidad se recrudeció en la mayoría de los cultivos y cabañas ganaderas a causa de las devastadoras repercusiones del Covid-19, tanto por las dificultades añadidas en la comercialización como por el incremento de los gastos debido a las medidas preventivas.

La pandemia irrumpió, además, justo cuando el sector agrario estaba protagonizando una ola de movilizaciones sin precedentes –bajo el lema ‘Agricultores al límite’– en protesta por la falta de rentabilidad y que en Valencia acogió el 14 de febrero la mayor manifestación agraria en lo que llevamos de siglo XXI. Las reivindicaciones agrarias coparon la agenda política por primera vez en décadas y arrancaron al Gobierno los primeros compromisos como la reforma de la Ley de la Cadena Alimentaria que, por el momento, se han demostrado insuficientes para garantizar unos precios por encima de los costes de producción.

Los agricultores aparcaron las movilizaciones, por sentido de la responsabilidad, y mostraron a la sociedad su papel esencial para suministrar alimentos en suficiente cantidad y máxima calidad durante la pandemia. Ese reconocimiento, sin embargo, no se ha traducido en mejores precios ni en medidas de apoyo que alivien las pérdidas sufridas. De hecho, el impacto por la crisis de rentabilidad ascendió a 165 millones, de ellos 125 en agricultura y 40 en ganadería. Los cultivos que peor comportamiento han tenido son el vino, las frutas de hueso, el caqui, el aceite, la almendra, las hortalizas y las flores y plantas ornamentales.Incluso algunas variedades de cítricos, que gozaron de un tirón de la demanda, han acabado con precios por debajo del umbral de rentabilidad.

La principal evidencia de la crisis de rentabilidad que atraviesan los agricultores valencianos es el incremento de la superficie sin cultivar. Según el Ministerio de Agricultura, la Comunitat Valenciana aumenta en 1.335 hectáreas las tierras agrarias baldías, lo que supone un 0,83% más que en 2019, y sigue encabezando el ranking nacional con un total de 162.902 hectáreas.

La supresión de materias activas –como el Clorpirifos y Metil-Clorpirifos– y la falta de alternativas viables para hacer frente a las plagas y enfermedades ha provocado este año en el campo valenciano un desperdicio alimentario récord de 450.000 toneladas, que se traduce en unas pérdidas de 150 millones para los productores.

Los daños provocados por la superpoblación de la fauna salvaje (jabalíes, conejos, cabras montesas, etc.) han aumentado este año un 20%, superando por primera vez la barrera de los 30 millones de pérdidas en la agricultura valenciana, debido a la inacción política y a las restricciones de la caza. El impacto de los robos se ha mantenido en los 25 millones.

Finalmente, la anomalía climática ha acumulado más de 200 millones de pérdidas en el campo valenciano, resaltando la borrasca Gloria en enero, la gota fría en noviembre, un récord de días lluviosos y nublados en primavera y varios temporales de pedrisco a lo largo del año, entre ellos la tormenta más devastadora de los últimos 30 años en Utiel-Requena.

  1. TEMAS GENERALES

Covid-19

El cierre o las restricciones reincidentes del canal HORECA –principalmente establecimientos de la restauración y el turismo–, la cancelación de los mercados ambulantes de proximidad, así como la ralentización de las exportaciones, han supuesto un mazazo para la mayoría de los cultivos y ganaderías valencianas.

Tras un breve repunte de las ventas alimentarias ante el confinamiento, las primeras producciones castigadas por el Covid-19 fueron las ganaderías de ovino y caprino, tanto de carne como de leche, las hortalizas de temporada y el sector de flores y plantas ornamentales, el cual sufrió la cancelación de pedidos nacionales e internacionales en los meses primaverales donde concentran el 70% de la facturación anual. Más adelante los efectos del Covid-19 se hicieron sentir con fuerza en las frutas de hueso, las cebollas y patatas, la uva para vinificación, la almendra, los cereales, el caqui, el aceite y la miel.

El sector productor europeo cumplió con nota su compromiso y su responsabilidad a la hora de seguir suministrando alimentos con las máximas garantías en materia de seguridad, calidad y respeto al medio ambiente. Una lección que hemos aprendido del Covid-19 es la necesidad de contar con una autosuficiencia alimentaria para afrontar crisis impredecibles como la actual en la que se pueden cerrar fronteras y cortar suministros de todo tipo desde el exterior.

La agricultura valenciana también ha mantenido un comportamiento ejemplar para evitar contagios en las diferentes campañas. Sin embargo, AVA-ASAJA reprocha tanto al Consell como al Gobierno central por eludir sus responsabilidades en la lucha contra la pandemia a pie de campo y trasladar los correspondientes sobrecostes económicos y la carga burocrática a los agricultores y ganaderos.

Finalmente, cabe destacar la colaboración de los agricultores con los ayuntamientos en aras de acometer, voluntariamente y de forma altruista, labores de desinfección en las calles para prevenir el Covid-19. Los agricultores constituyen un sector especialmente idóneo para realizar esta actividad porque cuentan con máquinas de aplicación, con equipos de protección individual (EPIs) y con la formación necesaria, ya que han superado cursos que les han permitido obtener un carné de usuario profesional de productos fitosanitarios y conocer las medidas en materia de prevención de riesgos laborales.

Las anomalías climáticas

2020 también ha sido un año catastrófico a causa de la elevada siniestralidad climática en la agricultura valenciana. En enero la borrasca Gloria causó unas pérdidas superiores a los 62 millones de euros en el sector agropecuario de la Comunitat. Los cítricos, las infraestructuras agrarias, las hortalizas de temporada y la ganadería se llevaron la peor parte de un temporal que provocó daños por viento, frío, gota fría y granizo principalmente en las comarcas de La Ribera, L’Horta Sud, La Safor y La Marina.

La anomalía climática durante la primavera batió récords en días lluviosos y nublados, que ocasionaron importantes daños en los cultivos valencianos. Cuantiosos brotes de caquis cayeron al suelo, incluso antes de la apertura de la flor, en zonas generalizadas de Los Serranos, La Hoya de Buñol y La Costera, donde hubo afecciones entre el 70 y 100% de la cosecha. En frutales de hueso, sobre todo en variedades tempranas de nectarina y albaricoque, la excesiva humedad, combinada con periodos calurosos, causó apertura de la piel, ‘clavillat’ o ‘cracking’. En cuanto a los cítricos, la pudrición de flores de azahar esfumó la producción récord que el sector esperaba tras una exuberante floración.

En mayo varias tormentas de pedrisco azotaron más de 4.000 hectáreas en puntos de Picassent, Alcàsser, Llombai, Catadau y Tavernes de la Valldigna, entre otros términos, con grados de afección de hasta el 80-100% en hortalizas, caquis, cítricos y frutales.

La comarca de Utiel-Requena sufrió en julio la tormenta de lluvia, viento y pedrisco más devastadora de los últimos 30 años en términos de superficie agrícola con elevada intensidad de daños. Tanto es así que este temporal golpeó unas 30.000 hectáreas de cultivo, de las cuales casi 15.000 registraron perjuicios superiores al 70% de la producción, y arrojó unas pérdidas económicas de 30 millones. Los cultivos más afectados fueron la viña, el almendro, el olivar y los cereales.

Finalmente, en otoño una gota fría histórica y un segundo temporal de lluvias y pedrisco días después elevaron a 97 millones las pérdidas acumuladas en cítricos, caquis, hortalizas y viveros valencianos. Además del impacto por la merma de producción, cabe destacar los sobrecostes en tratamientos fungicidas y revitalizadores con el objeto de salvar la próxima campaña e incluso la vida del arbolado, y la reparación de infraestructuras agrarias.

En total, las pérdidas acumuladas en la agricultura valenciana a lo largo de 2020 a causa de todas las adversidades climáticas sobrepasan los 200 millones de euros.

Plagas y enfermedades

En 2020, declarado por Naciones Unidas como el Año Internacional de la Sanidad Vegetal, la implacable restricción de materias activas fitosanitarias sin dotar al sector alternativas eficaces para combatir las plagas y enfermedades ha elevado el desperdicio alimentario a pie de campo a niveles récord: 450.000 toneladas de cítricos, caquis, almendros y arroz, fundamentalmente, con unas pérdidas económicas de 150 millones para los agricultores valencianos.

La prohibición más trascendental fue el Clorpirifos y Metil Clorpirifos, que disparó los daños en cítricos y caquis, pero la legislación fitosanitaria europea también ha puesto en el punto de mira el fungicida Mancozeb (se suprime en 2021), Etoxazol (solamente permitido para uso en invernaderos), Sulfoxaflor (posiblemente limitado a invernadero en 2021) y Spirodiclofen (ya prohibido). En los últimos diez años la UE ha suprimido el uso de dos terceras partes de las materias activas fitosanitarias.

La plaga del Cotonet de Sudáfrica se ha expandido en la citricultura valenciana y preocupa la falta de soluciones de contrastada eficacia. Los métodos de lucha biológica que las administraciones están investigando y prevén poner en marcha en 2021 presentan serias dudas en cuanto a grado de implantación, precio y efectividad. También cabe destacar, en cítricos, nuevas detecciones de Pulvinaria poligonata en la zona alicantina de la Vega Baja y la fuerte ampliación de la zona de afección del Trips de la Orquídea en la mayoría de las comarcas citrícolas valencianas.

En el caso del caqui, además de los ataques crecientes de cotonets y moscas blancas, resalta la recuperación de la mancha foliar, cuya lucha parecía superada, debido a las resistencias aparecidas frente al grupo de fungicidas estrobilurinas. La futura supresión del Mancozeb agravará la estrategia de control. Este tipo de resistencias también se dan en el hongo de la Pyricularia del arroz.

El Consell reconoce oficialmente que la avispilla del almendro se ha propagado en 2020 a otras siete comarcas de las tres provincias, con lo que ya alcanza once comarcas y una superficie damnificada de 40.000 hectáreas de cultivo. Preocupa especialmente la situación de los productores de almendra ecológica, puesto que no disponen de suficientes materias para hacer frente a la plaga.

La zona demarcada de la Xylella fastidiosa no aumenta en 2020 por la modificación de la normativa europea que reduce tanto el perímetro de la zona infectada como demarcada a 50 metros y 2,5 km respectivamente. Hay 60 términos municipales afectados, con 128.000 hectáreas de zona demarcada y 2.055 hectáreas de zona infectada. Una auditoría realizada por la UE constata que las explicaciones dadas por la Generalitat Valenciana no son satisfactorias y no siguen las recomendaciones comunitarias para erradicar la enfermedad. La conselleria de Agricultura ha elaborado un borrador de ayudas a la replantación que espera publicar en 2021 y ante el que AVA-ASAJA ha presentado alegaciones.

Entre las amenazas sigue destacando el Greening o HLB –considerada la enfermedad más devastadora de la citricultura mundial– cuyo vector transmisor Tryoza erytreae se halla en Portugal y el noroeste de España. AVA-ASAJA exige a la UE que extreme los controles fitosanitarios a los cítricos procedentes de Sudáfrica tras conocer que la bacteria, junto al vector transmisor Diaphorina citri, se ha detectado en Kenia y se investiga su expansión hacia el sur de África.

El sector citrícola también acusa a la Asociación de Productores de Cítricos de Sudáfrica de mentir sobre el riesgo fitosanitario que entrañan sus exportaciones con el objetivo de evitar la obligatoriedad de establecer un tratamiento en frío permanente y totalmente eficaz para evitar la presencia de falsa polilla. Está el precedente de la mancha negra, otra plaga de cuarentena que Sudáfrica aseguró que no podía aclimatarse a la citricultura mediterránea y que, en cambio, se ha detectado en miles de hectáreas citrícolas de Túnez.

Ley de la cadena alimentaria

El Gobierno español cedió al clamor del campo y aprobó una reforma de la anterior Ley 12/2013 para el establecimiento de medidas dirigidas al reequilibrio de la cadena alimentaria. AVA-ASAJA considera que la normativa presenta graves limitaciones para conseguir unos precios por encima de los costes de producción y, de hecho, ha demostrado su insuficiencia ante la caída de cotizaciones en las campañas de uva, caqui o cítricos.

El principal impedimento es la no publicación, por parte del Ministerio de Agricultura o algún organismo público, de los costes efectivos de producción en cada producción agropecuaria y para cada eslabón que interviene en la cadena de valor, aunque sea a través de una horquilla dentro de la cual se incluya la mayoría de las explotaciones. Mientras el Ministerio no ponga en marcha un estudio de costes con dicho carácter oficial que sirva de referencia al sector, y mientras deba seguir siendo cada productor quien fije su coste de producción ante su comprador, la ley consolidará, sobre todo en el caso de cultivos perecederos, la posición de desventaja que afronta el agricultor y fomentará la continuidad de prácticas abusivas.

La ley prohíbe la venta a pérdidas dentro de la cadena alimentaria, pero si un organismo público no establece los costes efectivos de producción para cada eslabón, la administración competente carece de instrumentos para poder comprobar si hay o no hay una pérdida de valor entre los eslabones de la cadena alimentaria. Otra mejora que propone AVA-ASAJA es el endurecimiento del régimen sancionador, de tal manera que los operadores tentados a realizar abusos comerciales se vean desmotivados antes de llevarlas adelante porque no les resultan rentables ni económica ni socialmente.

Pacto Verde y PAC

La Comisión Europea ha dado a conocer en 2020 los detalles del Pacto Verde y de sus estrategias ambientales ‘De la Granja a la Mesa’ y sobre Biodiversidad. Algunos de sus objetivos son: eliminar de aquí a 2030 el uso de materias activas fitosanitarias en un 50%, reducir el uso de fertilizantes en un 20%, aumentar la agricultura ecológica al 25% de las tierras agrícolas europeas, e implementar inversiones muy costosas en digitalización, energías renovables o bienestar animal.

AVA-ASAJA prevé que estas nuevas exigencias provocarán una disminución y un encarecimiento de las cosechas y cabañas ganaderas, poniendo en peligro la competitividad de los productores y la soberanía alimentaria europea. Mientras tanto, los consumidores dependerán cada vez más de alimentos producidos fuera de la UE que no cumplen en absoluto con estos mismos estándares de calidad, frescura y sostenibilidad ambiental.

También en 2020 las administraciones han avanzado líneas maestras de la nueva reforma de la Política Agraria Común (PAC) para los años 2021-2027. El ministro Luis Planas se comprometió en Valencia a aplicar una PAC con acento mediterráneo que incluya todas las frutas y hortalizas en el reparto de ayudas y que premie aquellos cultivos que más prácticas sostenibles realizan. Al margen de subvenciones, AVA-ASAJA prioriza en la futura PAC medidas destinadas a corregir los desequilibrios en los mercados a través de la potenciación de los mecanismos de retirada y, principalmente, el establecimiento de un seguro de rentas.

AVA-ASAJA denuncia la incoherencia y la hipocresía de la Comisión Europea al proclamar una PAC más verde y un Pacto Verde mientras, al mismo tiempo, incentiva el incremento de las importaciones procedentes de terceros países que sustituyen y desplazan del mercado comunitario la producción europea. El impulso de los acuerdos comerciales no tiene en cuenta paradójicamente el grave impacto ambiental que conllevan las importaciones alimentarias: ni la huella de carbono que entrañan los envíos desde miles de kilómetros, ni el uso de materias fitosanitarias que sí prohíbe a los productores europeos, ni el despoblamiento del medio rural y la degradación ambiental de los campos abandonados.

Acuerdos comerciales

El agónico acuerdo del Brexit que evita aranceles a las exportaciones agrarias con destino al Reino Unido –si bien complica la carga burocrática al tratarse ahora de un país tercero– es la noticia menos mala en el capítulo exterior. El mantenimiento del veto ruso, los avances en los acuerdos comerciales de Vietnam y Mercosur, los aranceles de Estados Unidos o las importaciones crecientes de los cítricos foráneos castigan la capacidad competitiva de la agricultura valenciana, orientada fundamentalmente a la exportación internacional.

Rusia acaba de prolongar el veto de su mercado a las importaciones agroalimentarias europeas hasta finales de 2021, una decisión en respuesta a las sanciones que la UE le interpuso en su día por el conflicto con Ucrania y la anexión de Crimea. Los cítricos, los caquis, la carne y las hortalizas son los sectores agrarios valencianos más castigados.

2020 no ha enterrado tampoco el hacha de la guerra arancelaria entre EEUU y la UE. Tras una nueva resolución de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Bruselas impuso aranceles sobre distintos productos de EEUU, por valor de 3.360 millones de euros, para contrarrestar las tasas del 25% que la Administración Trump previamente estableció a productos agrarios españoles como los cítricos, los vinos, los aceites y los quesos por unas ayudas concedidas a sus respectivas industrias aeronáuticas. AVA-ASAJA reprochó que la UE no incluyera la almendra en la lista de productos, a pesar de que las exportaciones de almendras californianas están hundiendo los precios por debajo del umbral de rentabilidad y amenazando la viabilidad del cultivo. En última instancia, AVA-ASAJA reclama una solución diplomática para acabar con este conflicto cuyos platos rotos los está pagando el sector agrario de manera totalmente injusta.

Nuevo mazazo para el sector arrocero. El Parlamento Europeo, con la aprobación de diputados españoles, votó a favor de un nuevo acuerdo de libre comercio entre la UE y Vietnam, el cual contempla eliminar prácticamente todos los aranceles en los intercambios de los próximos diez años. El sector arrocero europeo alerta del tremendo impacto que este tratado puede ocasionar puesto que Vietnam es uno de los países con mayor producción de arroz del mundo y puede ejercer una feroz competencia desleal.

En cuanto al acuerdo de libre comercio con los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay), el ministro Luis Planas se queda cada día más solo en su postura triunfalista y complaciente. La UE insiste en pedir garantías a estos países sudamericanos de su compromiso con la lucha contra el cambio climático y contra la deforestación del Amazonas para desbloquear el proceso de ratificación. Por su parte, varios Estados miembros también han mostrado su oposición porque perjudican los intereses de sus agricultores y ganaderos.

Comercio exterior

Las exportaciones agroalimentarias de la Comunitat Valenciana aumentaron un 10,5% en los meses de enero a octubre de 2020 respecto al mismo periodo del año anterior, según la Dirección Territorial de Comercio de la Comunitat Valenciana. Con 5.107 millones de valor, el sector agroalimentario adelanta la automoción y ostenta el liderazgo exportador, con el 22% del total enviado al exterior. Los productos cárnicos (+30%) y los cítricos (+19%) son los segmentos que mayores incrementos han registrado.

Respecto a las importaciones agroalimentarias, la Comunitat Valenciana incrementó un 3,9% la entrada de producciones foráneas al alcanzar los 3.174 millones de valor. Ello arroja un saldo positivo de 1.932 millones.

Renta agraria

Los principales sectores productivos de la agricultura valenciana arrojan datos negativos de rentabilidad en 2020. Por ello, resulta paradójico e imprudente que el Gobierno central registre una subida de la renta agraria del 4,3% en relación al año anterior, con 29.093 millones de euros, con la situación que atraviesa el sector. Esta subida choca, además, con las cifras de países de nuestro entorno europeo en los que también se han producido caídas de renta agraria del 13,3% en Alemania, el 6,6% en Francia o el 5,9% en Italia.

Campos sin cultivar

Según la encuesta ESYRCE del Ministerio de Agricultura, la Comunitat Valenciana aumenta en 1.335 hectáreas las tierras agrarias baldías, lo que supone un 0,83% más que en 2019, y sigue encabezando el ranking nacional con un total de 162.902 hectáreas.

Los principales retrocesos se producen en cultivos con baja rentabilidad: la patata (-82%), la alcachofa (-47%), la cebolla (-46%), el tomate (-16%), la sandía (-8%), el melocotón y nectarina (-7%) o el albaricoque (-6%). En número de hectáreas dejadas de cultivar, destacan el viñedo (con un descenso de 1.100 hectáreas), los cítricos (556 Ha menos) y el caqui (con 282 Ha menos). Por el contrario, crecen alternativas rentables como el aguacate (+45%) y el kiwi (+30%).

Ley de Estructuras Agrarias

Esta ley fundamental para caminar hacia la necesaria modernización de la agricultura valenciana apenas se ha puesto en marcha y además hace falta una importante tarea divulgadora a desarrollar por la administración. Todavía no se ha desarrollado el mapa agronómico, la figura del agente dinamizador, los planes sectoriales o la reestructuración parcelaria, por citar algunos aspectos. Lo único que se ha puesto en marcha ha sido la iniciativa de gestión en común: la Conselleria publicó durante 2020 las normativas para la elaboración de planes colectivos enfocados principalmente a entidades jurídicas, como es el caso de SAT´s o Cooperativas, dejando fuera a las personas físicas.

Para favorecer el acceso a los beneficios fiscales que contempla la Ley, la conselleria de Agricultura continua sin emitir el correspondiente certificado, tal y como indica el articulo 4.6  a efectos de la definición de agricultor profesional.

Ley de la Huerta

En 2020 se constituyó el Consell de l’Horta, donde los agricultores tienen una presencia minoritaria y nada influyente en las decisiones que se toman sobre este paraje agrario. La Generalitat aprobó para 2020 un presupuesto enfocado sobre todo a gastos de personal, trabajos realizados por algunas empresas y material de oficina. En 2021 se vuelve a anunciar la implementación del Plan de Desarrollo Agrario. AVA-ASAJA considera que este Plan Agrario no cumple las expectativas porque no contempla ayudas directas por la conservación y mantenimiento del paisaje.

A pesar de que la Huerta de Valencia ha sido reconocida como SIPAM (Sistema Importante de Patrimonio Agrícola Mundial) por la FAO, en relación con el regadío histórico de la zona, no ha tenido ningún impacto sobre los agricultores.

Seguros

Los niveles de subvención para contratar los seguros agrarios se han mantenido. AVA-ASAJA valoró que el Consell atendiera la reivindicación del conjunto del sector agrario valenciano y rectificara la decisión planteada en febrero de reducir en un 20%, por término medio, la subvención base que la administración autonómica aporta para favorecer la suscripción de las pólizas más demandadas en la agricultura valenciana.

Los robos influyen muy negativamente en la posibilidad de contratar coberturas para los pozos de riego, puesto que se han convertido en un riesgo tan elevado que resulta difícil de asumir por parte de las compañías. Tanto es así que prácticamente no existen ofertas para los agricultores interesados en asegurar sus instalaciones hidráulicas.

Robos

Las pérdidas acumuladas en 2020 por los delitos agrarios se mantienen en torno a los 25 millones de euros. Destacan, por un lado, las sustracciones de instalaciones de riego, algunas de alta tecnología y, por otro lado, los hurtos de cosechas. Las bandas organizadas han intensificado los robos de cultivos con precios atractivos como el aguacate y la algarroba. Estos hurtos dan lugar a un mercado negro en mercadillos y fruterías que sortea la tributación fiscal y carece de la debida trazabilidad.

AVA-ASAJA reclama una mayor vigilancia tanto en las explotaciones como en los puntos de recepción de la mercancía robada y, para mejorar esas labores, insta a incorporar el uso de las nuevas tecnologías. Asimismo, reitera un endurecimiento de las penas porque, hoy por hoy, la mayoría de agricultores entienden que no sirve de nada interponer denuncias.

PRODUCCIONES AGRÍCOLAS

Cítricos

El aumento del 20% de la demanda de cítricos en Europa, debido al interés por alimentos saludables frente a resfriados y virus como el Covid-19, se ha traducido en una ligera recuperación de la rentabilidad que, sin embargo, no ha llegado a todos los productores valencianos de mandarinas y naranjas.

La campaña 2019/20 finalizó con un repunte de los precios en destino, sobre todo durante las primeras semanas del confinamiento, pero la gran mayoría de los agricultores no pudieron beneficiarse de ese incremento porque ya habían firmado previamente sus contratos con los operadores comerciales.

El inicio de la campaña 2020/21 arrastró esas excelentes perspectivas comerciales, con una demanda animada y fluida, pero a medida que avanzaba el otoño las cotizaciones fueron experimentando una bajada de los precios en origen e, incluso, en variedades importantes como la Clemenules y la naranja Navelina hay muchas ventas que se han situado por debajo de los costes de producción (0,23 €/kg en naranjo y 0,28 €/kg en mandarino) o que, por falta de comprador, la fruta se ha quedado sin recoger.

La conselleria de Agricultura estimó una producción de 3,4 millones de toneladas, lo que supone un 13% más que la temporada anterior, que fue muy corta, pero un 15% menos que hace dos. A nivel nacional, el ministerio de Agricultura previó una producción citrícola de 6,9 millones de toneladas, un 12% superior a la campaña precedente y un 5% por encima de la media. La anomalía climática en primavera, las lluvias abundantes en otoño y la incidencia récord de plagas como el Cotonet de Sudáfrica y el Trips de la Orquídea –a causa de la supresión del Clorpirifos y Metil Clorpirifos– han ido reduciendo la oferta disponible.

Uva

El cierre del canal Horeca ha castigado duramente las ventas de vino, hasta el punto de provocar un hundimiento de los precios en origen que agrava un colectivo que ya se hallaba previamente en un escenario de rentabilidad muy precario. Las cotizaciones de uva a granel ofrecidas a los viticultores valencianos son anormalmente bajas –entre un 25 y 30% menores de media en comparación con 2019– y están muy lejos de cubrir los costes de producción.

Esta evolución a la baja de los precios se produce a pesar de la disminución de la producción valenciana de uva debido a los efectos del pedrisco en la comarca Utiel-Requena, principal zona productora de la Comunitat, y a los destrozos de la fauna salvaje en los brotes tiernos de las cepas, dejando muchos campos con mermas del 30 al 100%.

Los precios tampoco fueron dignos para la uva destinada a la elaboración de cava. A pesar de que la producción catalana sufrió una caída superior al 30% a causa de los ataques de mildiu, las grandes firmas de la industria del cava han mantenido el brutal recorte del 40% de las cotizaciones que aplicó en 2019.

Hortalizas

La pandemia ha afectado de manera muy negativa la rentabilidad de los horticultores, ya que las perturbaciones constantes en los mercados locales e internacionales se han traducido en precios anormalmente bajos.

Cebollas y patatas. Campaña desastrosa con un hundimiento de precios en origen y muchos campos ‘rotovatados’ en la huerta valenciana. La entrada de importaciones originarias del hemisferio sur justo al inicio de la recolección, el cierre del canal Horeca y los mercados de proximidad derivado del Covid-19 y las prácticas abusivas ocasionaron una caída de los precios ofrecidos a los productores de hasta 0,06-0,13 €/kg, menos del 60% en comparación con las cifras percibidas la temporada anterior. Mientras tanto, los precios al consumidor aumentaron y se alcanzaron diferencias superiores al 1.000% del campo a la tienda.

Sandía y melón. La baja rentabilidad que ha persistido un año más está llevando ambos cultivos, sobre todo la sandía, a la práctica desaparición de la agricultura valenciana. Tan solo quedan escasas explotaciones que apuestan por sandías extratempranas y extratardías con el fin de diferenciarse de las producciones de Murcia y Andalucía.

Pimiento, calabacín, pepino y berenjena. Al igual que ha sucedido en la huerta almeriense, la mayor parte de estas hortalizas han sufrido gravemente los efectos comerciales de la pandemia. Las importaciones, sobre todo de Marruecos, han empeorado la situación.

Tomate. La rentabilidad digna del tomate valenciano, que tiene en la zona de El Perelló su epicentro, ha aguantado el tipo. Con todo, las restricciones del canal Horeca despiertan temor entre los productores y provocan una mayor diversificación de cultivos.

Alcachofa, lechuga y col. No ha sido un buen año para esta clase de hortalizas, en líneas generales, debido a la anomalía climática con numerosos temporales de gravedad y el irregular comportamiento de los mercados.

Frutales de hueso

Llueve sobre mojado y la crisis de rentabilidad sostenida en la campaña de 2020 engrosó en un 40% las tierras valencianas sin cultivar de albaricoque, melocotón, nectarina, paraguayo y ciruelo. Los precios volvieron a situarse, en líneas generales, por debajo del umbral de rentabilidad a causa de graves problemas de comercialización derivados de, entre otros factores, las elevadas exigencias comerciales impuestas por la gran distribución europea y el cierre del canal Horeca.

La producción valenciana de frutas de hueso experimentó un descenso del 20%, además, por la anomalía climática. Los efectos de la borrasca Gloria en enero y el récord de jornadas lluviosas en abril, combinadas con las altas temperaturas, se cebaron con las variedades tempranas, las cuales tuvieron más dificultades, a pesar de un riguroso aclareo, para engordar su tamaño y satisfacer la demanda de categoría A (con un diámetro mayor de la fruta).

Caqui

Los productores de caqui no han superado la difícil coyuntura que arrastran desde el veto ruso pero que se agravó a niveles críticos el año pasado. De hecho, la superficie dedicada a este cultivo subtropical ha roto definitivamente su tendencia al alza y en 2020 confirma su retroceso. Los problemas fueron tanto en términos de producción como de comercialización.

Entre la anomalía climática durante la primavera y las pérdidas ocasionadas por las plagas y enfermedades (cotonets, moscas blancas y, finalmente, la necrosis foliar) debido a las restricciones fitosanitarias, el volumen total de cosecha disminuyó un 50% en comparación con la campaña precedente. Si a todo ello sumamos las elevadas exigencias de la gran distribución, que desechan del mercado frutos con rayas o defectos en la piel que no afectan a la calidad y el sabor, la oferta comercializada se limitó a unas 300.000 toneladas.

En cuanto a los precios, fueron anormalmente bajos y en muchos casos los productores no pudieron obtener cotizaciones por encima de los costes de producción que AVA-ASAJA estima en 0,27 €/kg. La organización agraria llevó a cabo una campaña para hacer llegar a la AICA contratos que pueden contener prácticas abusivas.

Frutos subtropicales

Aguacate. Excelente rentabilidad de la que ya es la principal alternativa de cultivo del campo valenciano, con un incremento de la superficie del 45% en 2020 y del 100% en dos años, si bien se trata de un cultivo limitado a zonas cálidas donde no hiela. Los precios en origen oscilaron entre 2,1 y 2,5 €/kg en las variedades Lamb Hass y Hass, mientras que en los frutos de piel verde rondaron los 1 y 1,4 €/kg. La campaña de recolección actual prevé un descenso del 50% a pesar de la entrada de nuevas parcelas en producción, debido a las abundantes lluvias y a la vecería del cultivo (estamos en año off tal como se conoce en el sector).

Kiwi. La campaña ha venido marcada por los diferentes temporales acontecidos en la Comunitat Valenciana, los cuales provocaron serios daños en muchas estructuras que caracterizan a este cultivo. En cuanto a las cotizaciones del kiwi han resultado similares a las de la pasada campaña, situándose entre 0,80 y 1 €/kg para la variedad Hayward y entre 1,80 y 2,40 €/kg para la Summer kiwi. La Finca Sinyent de AVA-ASAJA ensaya con variedades de kiwi de carne roja y amarilla.

Granado. Los precios de la Mollar de Elche han oscilado entre 0,25 y 0,35 €/kg, una variedad que continua su tendencia ruinosa de los últimos años y eso que esta campaña la producción ha sido menor. La variedad Acco, entre 0,50 y 0,70 €/kg, mantiene buenas cotizaciones siendo un 7% superiores a la del año pasado. Por su parte, la variedad Wonderful ha sufrido un ligero retroceso con precios en torno a un 10 % inferiores, motivado en parte por el aumento de la producción.

Agricultura ecológica

La creciente demanda por los alimentos ecológicos en Europa continúa aumentando los datos del sector en la Comunitat Valenciana. Según los últimos datos recogidos hasta el 30 de junio, la producción ecológica alcanza las 149.384 hectáreas, lo que supone el 18,2% del total de la Superficie Agraria Útil (SAU) autonómica. El incremento de hectáreas certificadas en ecológico es de 16% respecto al año anterior. Por provincias, València tiene 77.403 hectáreas certificadas, Alicante 36.810 y Castelló 35.171.

El Programa de Desarrollo Rural (PDR) de la Comunitat Valenciana ha prorrogado las ayudas de agricultura ecológica, tanto en mantenimiento como en conversión. Sin embargo, AVA-ASAJA solicita al Consell que incluya en el PDR autonómico una línea de ayudas a la ganadería ecológica ya que muchos ganaderos deciden trasladar sus explotaciones a comunidades vecinas para beneficiarse de mejores condiciones competitivas.

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