El colmo de cualquier persona nacida en Jaén, -el mayor espacio del mundo en producción olivar-, es ser alérgico al polen del olivo. Y eso es lo que le ocurre a Joaquín Hidalgo, que nació en la capital de esta provincia hace 44 años
Aunque no era un niño de campo, en Jaén todo huele a olivo, por lo que sus padres decidían cada año, antes de recibir las notas escolares, enviarlo a casa de su tía en Almería. Así que muchos de los recuerdos de su niñez y adolescencia están ligados a esta provincia.
Joaquín es un hombre afable, buen conversador y como él mismo dice, de apariencia tranquila, pero con los nervios por dentro. Es un adicto a la radio, a la que siempre necesita en segundo plano.
Nuestro encuentro transcurre por la Cañada Real de la Costa, entre Aguadulce y Roquetas, cerca del borde del mar, con palmeras a pie de playa y bajo la impetuosa luz de julio, por los caminos que de niño y adolescente recorría con sus amigos y ahora, eventualmente, utiliza para caminar ligero.
Tras la entrevista nos fuimos a comer y allí me enteré de que si algún día se pierde habría que ir a buscarlo a Aranda de Duero, localidad de la que conoce hasta el nombre de sus calles.
¿Ha cambiado mucho este paraje desde que a usted lo enviaban a Almería?
La verdad es que se conserva bien, de manera sostenible. Por supuesto, estos vallados, las pasarelas o el mirador no estaban cuando yo era niño y venía con mis amigos mochila al hombro a pasar el día. Lo que está exactamente igual es el antiguo cuartel de la Guardia Civil, que para nosotros era una referencia en las excursiones porque los móviles no existían.
Supongo que es obvio que le gusta el mar.
Me gusta, pero si le soy sincero prefiero la montaña y en Almería tenemos ambas cosas en pocos kilómetros. Puede que sean mis genes los que se revelan. Desde que a mi hijo le picó una medusa que lo tuvo ingresado varios días y le dejó una buena cicatriz en el antebrazo, nos lo tomamos con moderación.
¿Usted de dónde se siente?
Yo me siento roqueteño al 100% porque la oveja no es de donde nace sino de donde pace y yo llevo más tiempo de mi vida en Almería que en Jaén.
¿Cuándo se mudaron a Almería y por qué?
En Jaén no teníamos familiares directos y aquí sí. Se trató de una cuestión puramente familiar.
Supongo que aquí acabó con sus problemas de alergia. O es un avaricioso y las quiere todas para usted.
Creo que lo he superado a fuerza de entrar en los invernaderos, donde hay una concentración altísima de plantas y de polen; contra este tipo ya estoy inmunizado, pero todavía me quedan las de la penicilina, el epitelio del gato o del perro…
¿Dónde y qué estudió?
Mi entrada en la universidad coincidió con nuestro cambio de domicilio a Almería. Así que estudié aquí Ingeniería Agrícola en la especialidad de Industria Agroalimentaria. Me llamaba mucho la atención ser médico, pero mi madre, que era enfermera, me lo quitó de la cabeza. En aquellos años, los médicos estaban muy mal pagados y hacían funciones que no les tocaba, con lo cual tampoco hice exactamente lo que hubiera tenido que hacer porque soy agrónomo, pero en la rama agroalimentaria.
Pero usted sigue estudiando.
Sí, me sigo formando los viernes por la tarde y sábados por la mañana, por lo que los fines de semana me vuelan. No son fines de semana como tal, porque el sábado recupero lo que no he trabajado la tarde del viernes. Es algo voluntario y debo decir que me gusta.
¿Y qué es lo que estudia?
Estoy realizando un Máster en Internacional Agribusiness en ISAM, la escuela de negocios Agro que tenemos en Almería. Se producen muchos cambios y creo que la formación debe ser permanente.
Sé que es un apasionado de la radio.
Podría vivir sin televisión, pero soy un hombre pegado a una radio. Soy un oyente de Julia Otero en todas sus vidas y creo que Alsina es uno de los creadores de opinión más neutrales. La escucho a todas horas y en cualquier situación. Siempre la tengo de fondo: cuando hago la cena para los niños, cuando escribo… Siempre, a excepción de las retransmisiones de fútbol, que no me gustan.
¿Siempre la misma emisora?
Ahora sí, pero tuve mi época de rebeldía y me pasé a la Ser de Iñaki Gabilondo, que me parece un periodista de primera categoría.
Me han dicho que si se pierde que le busquen en Aranda de Duero. Me parece algo tan inusual…
Pero es verdad. Es una localidad por la que siento verdadera pasión. Me gusta todo, su gente, sus comidas, sus paisajes y, sobre todo, sus vinos.
¿Cómo le surge a alguien de Almería este entusiasmo?
Me viene de mi época de juventud. Al acabar la carrera éramos un grupo de amigos muy compacto y una de las parejas que formaba el grupo se marchó a Aranda de Duero a trabajar. Nuestra relación ha sido tan estrecha que durante muchos años hemos estado yendo a hacer excursiones, comer, visitar bodegas, etc.
¿Por qué vino se decanta a parte de este Arzuaga que tenemos en la mesa?
Creo que la Denominación de Origen Ribera del Duero tiene unos vinos exquisitos. Me gusta mucho uno de una bodega que se llama Prado Rey, que además es el vino que pusieron en mi boda.
¿Y usted es de los que cree que un tinto debe ir acompañado siempre de una carne y un blanco con pescado?
Yo soy muy flexible en todos los aspectos, incluido éste. Existen tintos muy fresquitos que yo los comería con pescado. Yo, casi todos los días, me dedico al menos cinco minutos para mí: me siento en el sofá tranquilamente y me bebo mi copita de vino al llegar a casa.
¿Tiene tiempo para hacer deporte?
En la actualidad no y eso se va notando. Ahora mi vida está ocupada por tres preferencias: tiempo para mi familia, tiempo para estudiar y el tiempo de trabajo.
Por cierto, ¿dónde pasará las vacaciones de verano?
Creo que haremos lo que la mayoría de los españoles, quedarnos cerca. Mi mujer, que trabaja en el ámbito sanitario, tiene muy en cuenta lo que sucede y no está dispuesta a que corramos ningún riesgo.