Quico Cañamás, director de Operaciones de Cañamás Hermanos y Fruit Today abordan en esta entrevista algunos de los asuntos más candentes del sector.
Competencia, sostenibilidad, reestructuración, fortalezas, pero también algunas incongruencias del sistema ocupan nuestra charla.
¿Vamos a necesitar unos volúmenes más cortos para que las campañas funcionen bien? ¿Qué cree que aprendimos la pasada campaña?
El año pasado no alcanzamos la tercera cifra récord de exportación y el problema más importante que tuvimos se centró en el aprovechamiento de la fruta y en su calidad gustativa, que provocó que no fuéramos la primera opción para la gran distribución europea.
Hay cultivos en España que han reestructurado su oferta o están en ello (la fresa alcanzó las 10.000 h y ahora está en 6.000 y en el hueso hay arranques). ¿Cree que habría que pensar en esta posibilidad?
Creo que la oferta se autorregula sola y que no hay que hacerlo de una manera artificial. La ordenación de nuestro sector se da poco a poco, con una tendencia cada vez mayor hacia fincas grandes y una gradual desaparición del minifundio. El mercado en sí mismo actúa de forma inteligente: lo que vale se queda y lo que no, tiende a desaparecer.
¿Tiene usted la sensación de que después de las numerosas reuniones, ríos de tinta y tertulias del año pasado, se han hecho los deberes para que el sector no vuelva a padecer?
Creo que hemos sensibilizado al sector de que unido es más poderoso que haciendo la guerra cada uno por su lado, y en la medida que esta unión fructifique, seremos más fuerte y compactos. Al final, debemos entender que el principal enemigo no es el producto español sino el producto no europeo porque juega con ventajas en costes, en tratamientos y en exigencias.
La presión por parte de la gran distribución continúa siendo muy fuerte y más de un operador comenta que los supermercados europeos no entienden que esta campaña es diferente. ¿Qué opina de este hecho?
Los mercados europeos, que están perfectamente regulados, prefieren el producto español por su servicio, su calidad gustativa y su garantía respecto a la seguridad alimentaria. Ahora bien, todos los mercados tienen unos precios de referencia y no nos podemos salir de este margen porque si no, nos quedamos sin los programas.
¿Sigue usted manteniendo que la Clemenules y la Navelina son dos variedades en crisis? La escasez de la primera ha sido una evidencia y la Navelina no ha tenido la mejor calidad y su precio en campo se ha mantenido.
Sí, creo que hay un desajuste entre su volumen productivo, que en una situación normal es de entorno a un 40% del total productivo y un nicho de mercado temporal del 25%. Fuera de estas dos variedades, puede haber otras problemáticas, pero no son del mismo calado y profundidad. Y sino, esperemos a ver lo que sucede el año que viene. El resto de variedades no tienen exceso de oferta y funcionan de forma más estable.
Los exportadores sudafricanos mantienen que desean ver a los valencianos dentro del gran lobby mundial, WCO, al que acaban de adherirse siete nuevos países. ¿Qué opina?
Creo que la WCO no representa los intereses de la agricultura europea, sino los de un lobby mercantil que se sitúa en el norte de Europa y en Sudáfrica.
Acaban de quitarnos un nuevo pesticida, precisamente para afrontar una plaga foránea. ¿Qué hace el sector ante estos hechos?
Creo que es nuestro deber moral mantener unas producciones más respetuosas con el medio ambiente, pero el consumidor no debe olvidar que los productos que se utilizan son para salvaguardar la calidad y la seguridad alimentaria. A veces se llegan a demonizar productos que no tienen evidencia científica de que sean perjudiciales para la salud, y en realidad, detrás hay grandes lobbies de presión respecto al producto que se autoriza o no. Es todo un sistema de intereses comerciales muy potente.
En Europa anhelamos una agricultura que tienda a la justicia social, a la sostenibilidad medioambiental y que vele por la salud de los ciudadanos, pero al mismo tiempo permitimos la entrada de fruta de terceros países que ha sido tratada con productos que aquí hemos prohibido. ¿No resulta contradictorio?
A lo mejor, desde esas instancias superiores que se llenan la boca con la defensa de la agricultura, lo que de verdad se pretende es convertir a Europa en un continente de servicios e industria y dejar la agricultura en manos de los países en desarrollo, y nadie se da cuenta del peligro que implica dejar la alimentación en manos de terceros, es un pilar estratégico de cualquier país.