Producción de frutas y verduras, huella hídrica y huella de carbono

producciondefrutas

La producción de frutas y verduras tiene un impacto medioambiental inferior a la de otros alimentos como la carne. Ello no significa que en el sector no haya una preocupación cada vez mayor por la sostenibilidad y la protección del entorno, al contrario. De hecho, cada vez son más las empresas que se suman al reto de rebajar su huella hídrica y de carbono.

El agua es un bien escaso, muy escaso. Esa huella hídrica hace referencia a la cantidad de litros del líquido elemento que hacen falta para producir un kilo de producto, teniendo en cuenta tanto el volumen de agua consumido como el contaminado en el proceso de producción.

Se calcula, por ejemplo, que para producir una naranja se necesitan 50 litros de agua, 70 litros si hablamos de manzana o 25 kilos en el caso de la patata. Cifras muy alejadas de los más de 4.000 litros necesarios para producir un kilo de pollo o los 15.000 de la ternera.

La huella de carbono, por su parte, mide la emisión de gases de efecto invernadero y su impacto sobre el calentamiento global. En el caso de la producción de frutas y verduras, su incidencia es relativamente baja, pero también se están implementando medidas de control.

Y no se trabaja solo en la producción. Ese interés por minimizar el impacto en el medio ambiente se refleja también en aspectos tan importantes como el envasado o el transporte. En ellos se incide especialmente en lo que se refiere al uso de materiales menos contaminantes, al reciclaje y a una mayor eficiencia en la distribución que suponga rebajar el nivel de emisiones.

Tecnología al servicio del campo y la industria hortofrutícola

Hoy, los avances tecnológicos se han convertido en aliados imprescindibles. Existen empresas que dedican grandes inversiones a la investigación y el desarrollo de equipos que ayuden a en ese camino hacia la eficiencia y la sostenibilidad. Hablamos de equipos como medidores de temperatura, presión o caudal o como sensores para el análisis de agua y medición de líquidos. Todos ellos se pueden conocer con más profundidad en webs como es.endress.com.

Hay que tener presente que, al igual que en otros sectores, la aportación del campo a la protección del entorno pasa por un esfuerzo en la automatización y la digitalización, por la implantación de las nuevas tecnologías de la información (TIC). Es lo que se ha dado en llamar “Smart Agro”, o explotaciones inteligentes.

La gran ventaja no es solo un ahorro de costes, sino que la recopilación constante y el análisis de datos permite la optimización de esos recursos tan escasos como es el agua y rebajar así la huella hídrica de los cultivos. Esos datos se pueden obtener de maneras muy diferentes, pero es esencial el uso, entre otros equipos, de sensores y medidores específicos como los ya mencionados.

No es la única forma en la que las nuevas tecnologías están siendo claves en la adaptación del sector a criterios de sostenibilidad. El empleo en las labores agrícolas de maquinaria cada vez más eficiente y menos contaminante, unido a soluciones para evitar pérdidas de carga o programas para mejorar la planificación en todos aspectos (cosechas, recolección, embalaje y distribución) se han convertido ya en el motor de cambio del sector.

En definitiva, un sector tan tradicional como es el de la producción de frutas y verduras, está inmerso en una transformación necesaria para mejorar la eficiencia de los cultivos. Una transformación, además, que permite una mejor gestión de los recursos hídricos y una reducción de las emisiones. Son aspectos fundamentales en un momento en el que el equilibrio del planeta es más frágil que nunca y en el que trabajar por la sostenibilidad es imprescindible

 

TE PODRÍA INTERESAR
  • ANECOOP: ‘El agua es vida’

  • Últimas noticias

    Newsletter fruittoday

    Cada miércoles en tu email las noticias más destacadas de la semana hortofrutícola