Para la actual campaña se prevé una producción de tomate, amparada bajo la IGP Tomate la Cañada de más de 1.225 hectáreas
La temporada, al igual que le sucederá al resto del tomate almeriense, comenzará con unas dos semanas de retraso sobre las fechas habituales.
La causa de ello hay que buscarla en la fuerte ola de calor que se mantuvo constantemente durante consecutivas semanas el pasado verano.
Las estimaciones apuntan a una comercialización que puede superar las 1.225 hectáreas, superficie que tienen las empresas asociadas a su Consejo Regulador, aunque “todo depende de la calidad del producto, puesto que el envasado se corresponde únicamente con aquel que cumple los requisitos de una calidad Premium,” explica Miguel Arenas, director de la IGP.
En este sentido, de las hectáreas de cultivo, en torno a un 25% se comercializan como producto ‘premium’ con el sello de la IGP Tomate La Cañada.
La denominación contempla cuatro variedades de producto: el tomate redondo liso, el asurcado, el oblongo y el cherry.
Desde el propio Consejo, se matiza que “la apuesta de futuro pasa por la consolidación de ventas y por una demanda mayor y popularizada. Este es el cuarto año de comercialización, lo que quiere decir que tenemos mucho camino por recorrer”, matiza Arenas.
Las entidades que participan de este sello de calidad son Casur, Vega Cañada, Coprohnijar, Agroponiente, Parque Natural y Biosabor.
La mejora del sabor de este tomate almeriense alcanza su punto culminante con la llegada del frío y la diferencia de temperaturas entre el día y la noche.
Mercados. Casi el 80% del tomate va directo al mercado extranjero, de manera el producto de la IGP se afianza en el panorama internacional. Entre los principales destinos de esta hortaliza se encuentran Alemania, países escandinavos, Italia y el mercado inglés. El mercado ruso mantuvo un importante desarrollo durante los dos últimos años, pero sus ventas quedaron truncadas a raíz del veto impuesto a Europa.