El aforo de kaki de la actual temporada podría no alcanzar las 300.000 toneladas previstas antes de comenzar la campaña.
De las diversas plagas que azotan al cultivo del kaki, una de ellas, el cotonet, solo se aprecia en el momento de la recolección, y podría ser la causa de que la producción española no alcance los 300 millones de kilos. “Es una enfermedad que necesita un tratamiento químico muy caro y cuyo resultado no soluciona el problema”, explica Pascual Prats, gerente de la Asociación Nacional del Kaki.
El que hace una década se presentaba como uno de los cultivos de mayor éxito llega a 2020 con dos importantes retos en el horizonte: la consecución de un precio digno para los productores y el control de plagas.
En este sentido, la campaña de 2019 fue otra prueba más de la baja rentabilidad para los agricultores, a los que se les llegó a pagar desde 8 céntimos el kilo a 21. “Con un precio de 21 céntimos empezaríamos a cubrir costes, pero el resto significa perder mucho dinero.”
Por si fuera poco, las plagas propias y ajenas se adueñan de los campos. Los agricultores apostaron por el kaki porque era un producto relativamente fácil que no necesitaba tratamientos. “Hoy en día ya necesita entre 7 y 10 tratamientos al año para combatir la mycospharaerella nawae, la mosca blanca, el cotonet, etc.”
La rentabilidad ha quedado mermada y desde hace varias campañas no se incrementan las plantaciones. “Es más, se produce un traspaso de kaki a otros cultivos o se abandonan directamente. Hace años se calculaba que con las 18.000 hectáreas que teníamos, se podían haber alcanzado los 600 millones de kilos, pero nunca ha sido así y dudo que lo vaya a ser porque cada temporada aparece un hándicap en el camino,” explica Prats
Mención especial merece el caso de Huelva, donde después del boom que supuso este cultivo, los agricultores lo han sustituido por plantaciones de cítricos y la provincia ya no sobrepasa los 30 millones de kilos de producción. El 90% de ésta se concentra sólo en Valencia. Existen plantaciones residuales en Extremadura y en Cuenca, que significan tan solo un 2% del total. Por su parte, la Asociación Nacional del Kaki, con sede en Valencia, representa una cifra de unos 140 millones de kilos. La entidad acoge tanto a productores como a comercializadores privados.
Proyectos de la Asociación
La situación actual en la que los eventos públicos han quedado restringidos al mínimo servirá para continuar con interesantes proyectos iniciados el año pasado junto con la universidad. El más importante radica en conocer más detalles sobre la conservación en cámaras durante la última parte de la campaña. “Es una parte difícil de la campaña y debemos continuar aprendiendo para que el producto que salga durante los meses de enero y febrero esté en las mejores condiciones de calidad.”
Respecto a las preocupaciones que mantienen sus miembros hay que destacar dos: la incapacidad, pese a las peticiones reiteradas para hablar con el Ejecutivo Valenciano y la Ley de la Cadena Alimentaria, que mantiene vacíos legales con el comercio privado y en ocasiones lo ponen en desventaja respecto a otros actores. “Alguno de nuestros asociados ya ha sido sancionado por pagar a 45 días y esto significa una clara desventaja para las empresas familiares, que somos la mayoría.”