El desconocimiento del producto condiciona el precio, según La Veguilla.
El ajo, un producto commodity y muy ligado a la tradición. Como explica Elena Mesas, Supply Chain Assistant de La Veguilla, hay zonas tradicionales de consumo de ajo blanco y otras de ajo morado. Y, más allá del precio, que fijan las cadenas, el cliente no suele variar sus hábitos de compra. “Es un producto desconocido para él e incluso para el comprador del supermercado”. Desde La Veguilla tratan de superar ese hándicap apostando por todas las herramientas a su alcance, entre ellas el packaging. Un ejemplo de ello es su blíster de dos y cuatro cabezas de ajo negro que les permiten atraer la atención del consumidor y diferenciarse en el lineal.
Bajo las marcas La Veguilla y El Pilar, producen y venden las cuatro variedades comerciales que existen en Europa: ajo morado, blanco, spring violeta y spring blanco, a las que suman el ajo negro (en su gama desde hace un par de años), el ecológico en todas las variedades (que en su mayoría se destina al mercado UE), y como complemento también comercializan cebolla y cebolla negra. Todas ellas producidas en Castilla-La Mancha.
El ajo morado representa el 50% de su volumen, buena parte de él bajo la IGP. “Somos del pueblo de Las Pedroñeras y creemos en esta variedad, porque no da sorpresas. Es más resistente, tiene una larga duración. Siempre estás tranquilo cuando lo envías al cliente”. Por el contrario, el spring asegura una mayor rentabilidad, porque arroja más kilos por hectárea, aunque de cara a la comercialización tiene más mermas.
Actualmente la firma llega a todos los mercados: nacional (DIA, Gadisa, los Mercados Centrales, Corte Inglés), buena parte de Europa, con gran presencia en Inglaterra y Alemania; y otros países fuera de las fronteras UE, incluyendo destinos tan variados como EEUU, Sudáfrica o Taiwan