La distribución española, que tradicionalmente ha mantenido el lineal de la patata en segundo plano y con una segmentación que tardó años en cuajar, se decanta a hora por una patata de altísimas exigencias cualitativas.
“El problema reside en que los productos hortofrutícolas no pueden ser considerados como si fueran alimentación seca o tornillos. Estamos hablando de productos frescos que no siempre mantienen la misma apariencia o consistencia”, han explicado diversas fuentes a este medio.
En cualquier caso, la relación del sector de la patata con la distribución nacional ha empezado a cambiar tras el ingente trabajo realizado durante mucho tiempo por diferentes operadores. “Hemos pasado años haciendo campañas y reclamando que la patata de origen nacional mantuviera su presencia durante más meses en el lineal, con especial incidencia a principio de campaña”. Ahora esto se ha convertido en una realidad. Es más, algunas superficies tienen un programa de patata de verdete de segunda cosecha y los líderes de la distribución tienen gran interés por comenzar con la patata nueva española lo más pronto posible y abandonar la francesa.
En este contexto, la producción nacional vive momentos de cambios ya que están despareciendo muchas de las variedades que tradicionalmente se suministraban en sacos y que no eran aptas para el lavado. “Hoy el agricultor ha cambiado de mentalidad y se centra en variedades para el lavado, contando que, si no llegan a este destino por falta de calidad, siempre se pueden vender en sacos. En general, el sector avanza hacia una concentración de variedades que tengan buen lavado y calidad culinaria”, comentan las fuentes consultadas por este medio.
Sin embargo, hay que señalar que el mercado de la patata en saco tiene delante de sí un conflicto debido a que las segundas calidades de patata para lavado compiten con el saco de siempre. En palabras de un importante operador murciano: “el productor que planta patata para saco tiene que competir con un subproducto de la industria del lavado. Un ejemplo que ilustra esta situación se daría en el siguiente caso: de una variedad X para un lavadero potente se aprovecha el 70%, el 30% restante se puede vender para la industria de la tortilla o en sacos de segunda calidad que venden los mismos lavaderos.”
Las microondables
Otra de las tendencias que está experimentando el sector es el desarrollo de variedades que se adaptan a un nuevo segmento: la patata microondable. “Está teniendo una tendencia al alza inimaginable hace tan solo cinco años. Se observa como el consumidor está dispuesto a pagar por este producto de conveniencia, en el que, por otra parte, lo más costoso es el packaging y el proceso. Hemos llegado a un punto en el que nuestros microondables no tienen nada que envidiar a los de Francia o Alemania”, asegura un directivo del sector.
¿Se puede hacer todavía una mayor segmentación?
Las diversas fuentes consultadas por este medio aseguran que sí es posible; que todavía queda un largo camino por recorrer y aprender de lo que se hace en las cadenas europeas.
“Lo más importante es que no hagamos una segmentación cosmética, como se hizo en tiempos pasados, con bolsas bonitas, pero producto de escasa calidad. En el segmento de patatas para freír, los lineales españoles cuentan hoy con patatas para freír de origen nacional con altos estándares de calidad. Estamos acostumbrando al consumidor a que una patata para freír debe freír y una microondable, debe dar un buen resultado. Este es el camino.”
Como conclusión, y según explican las diversas fuentes consultadas, “el desarrollo de la categoría está basado en tres puntos importantes: las variedades microondables, las de lavado y las especiales para freír.”
Todo ello pasa por un abandono lento pero constante de las variedades que históricamente fueron mayoritarias en los mercados, con una tendencia a la baja en sus ventas.