Artículo de Paco Borrás.
El comercio mundial de cereza presenta una evolución dispar. Mientras en algunos países como España, Grecia o EE.UU. el producto se ha estancado y mantiene una curva plana o incluso ha descendido desde prácticamente 2012/13 hasta ahora, en orígenes como Uzbekistán, Azerbaiyán y Turquía, la curva ha sido ascendente. El caso de Chile es un ejemplo aparte: su crecimiento ha sido exponencial y se ha disparado, logrando récords históricos a nivel global en solo dos décadas.
En el siguiente cuadro se puede apreciar claramente esa tendencia entre los distintos países. Juntos representan el 88% del total de comercio mundial de cerezas:
Fuente: Trademap.
¿Qué pasa en Chile?
Según la FAO, en el año 2000 Chile produjo 31.500 t de cerezas en una extensión de 5.800 hectáreas. Tan solo exportó una 8.000 t. Ya en 2019 la extensión se había multiplicado por seis, alcanzando las 38.392 ha. Y apenas dos años después, en 2021, los datos de Asoex Chile cifran el cultivo en 56.000 ha.
El pasado 22 de abril el país andino celebró su III Global Cherry Summit, organizado por Yenzen Group (consultora internacional especializada en el sector hortofrutícola) y la división de Cerezas de la Asociación de Exportadores de Chile (ASOEX).
En el encuentro, que se celebró con retraso por la pandemia, se constató el enorme salto a nivel de exportación que ha dado Chile entre la campaña 2019/20 y la de 2020/21, pasando de 274.124 t a 352.783 t de cerezas enviadas al exterior.
Entre los principales retos que señalaron los participantes del III Global Cherry Summit está la necesidad de no depender tanto de China, que en estos momentos es el destino del 91% de sus exportaciones (321.505 t). Pero al mismo tiempo, en el encuentro, se habló de triplicar el volumen de exportación a cifras que rondarían 1.000.000 t de exportación sobre el 2030.
Es evidente que Chile ha hecho historia en el mundo frutícola, porque ha encontrado y desarrollado los climas, las variedades y la tecnología de cultivo, de cosecha y de poscosecha idóneas para realizar este gran salto.
¿Y España, mientras tanto?
En el año 2000 nuestro país era el tercer exportador mundial de cerezas por detrás de EE.UU. y Turquía, con una producción de 112.900 t en 28.777 ha y 14.821 t exportadas. Tanto el volumen como la extensión de cultivo se han mantenido estancadas hasta 2020, con la excepción del capítulo de la exportación, que ha crecido hasta las 20.320 t.
También en España el sector ha hecho historia, ya que ha pasado de exportar 420.000 t de fruta de hueso en el año 2000 a 1.100.000 t en los últimos años. España tiene la ventaja de que está física y políticamente dentro del mercado único de la Unión Europea, a diferencia de Chile, que se ubica lejos de los grandes mercados de consumo.
Si además hablamos de valor económico, hay que señalar que hasta el año 2018, España fue líder en cuanto al valor de las frutas de hueso que exporta. Pero el precio de nuestros albaricoques, ciruelas, melocotones y nectarinas era bastante más bajos que las cotizciones de la cereza, un producto con un bajo volumen de exportación en España.
Por eso ya desde 2019 y más concretamente en el 2020, el valor de las exportaciones chilenas de fruta de hueso ha superado al de las españolas. En el ejercicio pasado las frutas de origen chileno tenían un valor de 1.344 millones €, mientras que el valor de las españolas se quedó por detrás, con 1.166 mill. €, evidentemente por el mayor peso de las cerezas en el conjunto de las frutas de hueso chilenas.
España es líder mundial de las exportaciones de frutas y hortalizas y nuestro gran crecimiento se ha producido en las últimas tres décadas. Pero Chile nos ha dado una gran lección y debemos observarlos con humildad, reconocer cuándo nos hemos dormido en los laureles, aprender y reaccionar, porque podemos hacerlo mucho mejor de lo que lo hacemos en materia de cerezas.