Hasta 85.000 negocios hosteleros podrían desaparecer en 2020. La recuperación del sector se alargará 2 años y lleva aparejada una retracción de la IV-V gama.
Desde que comenzara la pandemia, los hogares españoles han gastado un 28% más en alimentos, una situación que ha tenido como claros ganadores a los supermercados, las tiendas de proximidad y el comercio electrónico. Sin embargo, la facturación total que está teniendo el canal Horeca es un 28% inferior a la del año pasado, según el Estudio del Observatorio de la Desescalada de Bares y Restaurantes, de Fedishoreca, Caterdata y Food Service Institute. En julio, algunas Comunidades Autónomas tenían un índice de apertura cercano al 90% y en otras como Baleares, solo habían abierto el 53% de los establecimientos. El turismo vive el verano más negro que se recuerda y deja cifras muy negativas: según el Egatur (Encuesta del Gasto Turístico del INE), en junio solo llegaron 204.926 turistas internacionales frente a los 8,8 millones de junio de 2019; el gasto total se frenó en seco disminuyendo un 98,6%; y el gasto por turista bajó un 40,8%, hasta los 651 euros.
La plataforma ‘Juntos con la Hostelería’, formada por Hostelería de España, FIAB y AECOC augura que 65.000 negocios hosteleros desaparecerán en 2020 y, en el peor de los escenarios, podría ascender a 85.000. El 46% de los empresarios hosteleros cree que la recuperación no se producirá hasta 2022. ¿Qué influencia está teniendo esta coyuntura en el sector agroalimentario y, en particular, en el segmento de IV-V Gama?
Muchas de las firmas que el año pasado por estas fechas apuntaban un crecimiento cercano a un 30% para 2020, han cambiado la perspectiva y señalan que está habiendo una retracción importante a nivel generalizado.
Cecilio Peregrín, DirCom de Primaflor y vicepresidente de Asempal, explica a Fruit Today que, aunque el dato de ventas en supermercados en los últimos meses ha sido positivo, solo “compensa relativamente, porque el valor añadido de unos productos y otros es distinto (frescos y procesados). Las consecuencias de una caída en IV y V gama son mayores, porque tienen un valor añadido importante”. En su caso, el efecto Covid-19 ha supuesto unas pérdidas de entre el 20-25% en la línea de IV-V gama, una categoría que representa el 40% de sus ventas. Esta cifra, extrapolable a otras empresas del sector, podría verse agravada en los próximos meses si siguen produciéndose rebrotes y aumentan las restricciones y medidas preventivas tanto a nivel nacional como internacional.
La sombra de un nuevo confinamiento está en la mente de todos, y la incertidumbre es el nuevo estado de ánimo en el que viven continuamente las empresas. Por ello, ahora más que nunca, es imprescindible afinar al máximo en las previsiones de cara a la próxima campaña para evitar un posible descalabro. “Plantar una hectárea de babyleaf cuesta 15.000€. ¿Ponemos la superficie habitual, o enfocamos la estrategia con vistas a un nuevo confinamiento? No podemos producir productos que no vayamos a poder vender”, comenta Peregrín. “Hay que tener un Plan A, B e incluso C, para poder ‘pegar un volantazo’ en un momento dado y ajustarnos a los vaivenes de la demanda. Ahora nos la jugamos. La recuperación del Horeca no está siendo la que nos hubiera gustado y tenemos que ser prudentes, pero no temerosos. El consumo se traspasará de un lado a otro. La gente tiene que comer”.
Tampoco está claro qué pasará con colectividades como los comedores escolares. Y esto, unido al descenso en ventas de hostelería y restauración, está llevando a las empresas agroalimentarias a replantearse sus estrategias para adaptarse a las necesidades de la demanda. Así, se percibe una reducción de los formatos ‘maxi’ en el Horeca, mientras en los supermercados suben las ventas de formatos familiares y la MDD.
Cooconing: el hogar como fortaleza
En su análisis del consumidor del futuro, Nielsen indica que debido a la crisis económica que se sobreviene, convivirán consumidores ajustados y acomodados, ambos con un elemento clave y común: “han hecho del hogar su fortaleza”, una tendencia que se ha venido a denominar ‘cooconing’ (del inglés cocoon, envoltura, burbuja; describe el deseo de convertir la casa, alimentación… en espacios de protección). El 60% de los compradores reconoce cocinar y comer más en casa, y la mayoría pasan más de 75 h/semana conectados a internet, lo que da pistas sobre la previsible consolidación del comercio online para el gran consumo.
En la ‘nueva normalidad’ se espera que el 22,3% de la población ocupada teletrabaje y la tasa de paro podría llegar a ser superior al 20%, lo que tendría repercusiones en la confianza del consumidor y en el consumo fuera del hogar.
La pandemia ha hecho que el consumidor esté más preocupado que antes por cuestiones importantes como la salud, la seguridad alimentaria, la economía o el origen local de los productos. Otros factores como la sostenibilidad continúan teniendo una gran importancia. Fermín Aldaz, director comercial y de marketing de Florette, explica que todos estos aspectos influyen a la hora de elegir unas marcas u otras. “Muchos usuarios apuestan por marcas que ofrezcan un producto fresco y seguro, de calidad y que ayude a alimentarse mejor”.
Evolución dispar
Antes de la crisis, salsas como el guacamole aún no veían el techo, las ensaladas completas, los formatos microondables y las frutas experimentaban un importante crecimiento, como los snacks saludables y ‘on the go’, y los ‘mercaurantes’, mientras productos más consolidados como las ensaladas embolsadas aplanaban su curva, a excepción de los brotes tiernos. La evolución de todos ellos queda ahora supeditada a la del virus.